Una persona inteligente no deja que su lengua la controle.
En Sudamérica se dice que cuando el estómago está lleno, el corazón se siente feliz. De esta manera, quienes disfrutan de una comida abundante están contentos, y si se les priva de los alimentos adecuados, su deseo de comer se vuelve aún más intenso. No obstante, una persona sabia no se deja llevar por los caprichos de la lengua, sino que busca avanzar en la conciencia de Kṛṣṇa. Al aceptar las sobras de la comida ofrecida al Señor (prasādam), su corazón se purifica de manera gradual, volviéndose automáticamente más simple y austero.
En este contexto, Śrīla Bhaktisiddhānta Sarasvatī Ṭhākura explica que la función de la lengua es deleitarse con diversos sabores, pero al recorrer los doce bosques sagrados de Vraja-maṇḍala (Vṛndāvana), uno puede liberarse de la satisfacción material que ofrecen los doce sabores sensoriales. Las cinco relaciones materiales principales son la admiración neutral, el servicio, la amistad, el afecto paternal y el amor conyugal; a ellas se suman siete rasas subordinadas: el humor, el asombro, la cortesía, la compasión, la ira, el terror y el horror. Originalmente, estos doce rasas, o sabores de relación, se experimentan entre la Suprema Personalidad de Dios y las entidades vivientes en el ámbito espiritual; así, al recorrer los doce bosques de Vṛndāvana, uno puede espiritualizar estos doce sabores de la existencia personal. Como resultado, se puede alcanzar la liberación, estando libre de todos los deseos materiales. Intentar reprimir la gratificación de los sentidos, especialmente la de la lengua, probablemente resultará en un fracaso, intensificando, en última instancia, el deseo de placer sensorial debido a la privación forzada. Solo a través del placer espiritual auténtico en conexión con Kṛṣṇa es posible liberarse de las ansias materiales.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Undécimo Canto, Capítulo 08 – Texto 20.









