La selva de la existencia material.
Los mercaderes a veces se aventuran en la selva para recoger objetos raros que venden a buen precio en la ciudad, pero el camino a través de la selva siempre está plagado de peligros. Cuando el alma pura desea abandonar el servicio del Señor para disfrutar del mundo material, Krishna indudablemente le ofrece la oportunidad de entrar en este mundo. Como se menciona en el premavivarta: Krishna-bahirmukha hana bhoga vancha kare. Así es como el alma espiritual pura termina en el mundo material. Debido a sus acciones influenciadas por los tres modos de la naturaleza material, la entidad viviente ocupa diferentes posiciones en diferentes especies. A veces es un semidiós en planetas celestiales, a veces una criatura insignificante en sistemas planetarios inferiores. Sobre este tema, Srila Narottama dasa Thakura dice: nana yoni sada phire: la entidad viviente se mueve a través de diferentes especies. Kardarya bhaksana kare : se ve obligada a comer y disfrutar de cosas inapropiadas. Tara janma adhah-pate yaya: su vida está arruinada. Sin la protección de un vaisnava benevolente, el alma condicionada no puede liberarse de las garras de maya. Como se afirma en el Bhagavad-gita (manah sasthanindriyani prakrti-sthani karsati), la entidad viviente comienza su vida material con su mente y sus cinco sentidos, que le permiten adquirir conocimiento, y es con ellos con los que lucha por sobrevivir en el mundo material. Estos sentidos son comparados con ladrones en el bosque. Roban al hombre su conocimiento y lo sumergen en la oscuridad de la ignorancia.
Así, los sentidos aparecen como ladrones y bandidos que roban el conocimiento espiritual de los seres humanos. Además, los miembros de la familia, la esposa y los hijos, actúan como animales feroces en la selva. Sus acciones se asemejan a las de los depredadores que se alimentan del hombre. La entidad viviente se deja atacar por chacales y zorros (representados por su esposa e hijos), perdiendo así toda perspectiva de su verdadera vida espiritual. En la selva de la vida material, todos son tan envidiosos como los mosquitos, mientras que las ratas y los ratones siempre causan problemas. En este mundo material, todo el mundo se encuentra en situaciones incómodas, rodeado de gente celosa y animales perturbadores. Como resultado, la entidad viviente es constantemente robada y mordida por otras múltiples entidades vivientes. Sin embargo, a pesar de estas perturbaciones, se aferra a su vida familiar y prosigue sus acciones fructíferas con la esperanza de alcanzar la felicidad. De este modo, se ve cada vez más atascada en los resultados del karma, lo que la incita a actuar de forma irreverente. Sus testigos son el sol durante el día y la luna por la noche. Los semidioses también sirven de testigos, pero el alma condicionada piensa que sus esfuerzos por satisfacer sus sentidos pasan desapercibidos. A veces, cuando es sorprendida en el acto, renuncia temporalmente a todo, pero debido a su excesivo apego a su cuerpo, abandona su renuncia antes de poder alcanzar la perfección. En este mundo material, la envidia es omnipresente. El gobierno impone impuestos, mientras grillos invisibles hacen ruidos insoportables. El alma condicionada está, en efecto, acosada por las fuerzas de la naturaleza material, pero su inteligencia está pervertida por relaciones indeseables. En su búsqueda de alivio de las perturbaciones de la existencia material, cae presa de los llamados yoguis, sadhus y encarnaciones, que pueden mostrar poderes mágicos pero son ignorantes del servicio devocional. A veces el alma condicionada se encuentra sin dinero y, como resultado, se vuelve resentida hacia los miembros de su familia. En este mundo material, no hay un solo gramo de verdadera felicidad, por la que el alma condicionada anhela vida tras vida. Los funcionarios públicos se asemejan a los carnívoros Rakshasas que cobran pesados impuestos para el mantenimiento del gobierno. El alma condicionada, trabajando ardientemente, sufre enormemente por estas pesadas imposiciones.
El camino de las actividades fruitivas conduce a arduas montañas, y a veces el alma condicionada intenta atraversarlas sin conseguirlo, lo que conduce a una acumulación de sufrimiento y desilusión. Enfrentada a dificultades materiales y financieras, el alma condicionada inflige castigos innecesarios a su familia. En la condición material, existen cuatro necesidades esenciales, entre las cuales el sueño se compara con una pitón. Mientras duerme, el alma condicionada olvida por completo su verdadera existencia y no siente las penurias de la vida material. A veces, por necesidad de dinero, se ve impulsada a robar y engañar, aunque en apariencia entable relaciones con devotos para avanzar espiritualmente. Su único objetivo es liberarse de las garras de Maya, pero debido a una orientación equivocada, se empantana aún más en los asuntos materiales. Este mundo material es una verdadera carga, llena de tribulaciones presentadas como felicidad, angustia, apego, enemistad y envidia. En resumen, está simplemente saturado de sufrimiento y miseria. Cuando una persona pierde su discernimiento a causa de su apego a las mujeres y al sexo, su conciencia queda completamente contaminada. Lo único en lo que puede pensar es en liarse con mujeres. El tiempo, como una serpiente, engulle la vida de todos, incluida la del Señor Brahma y la diminuta hormiga. A veces, el alma condicionada intenta escapar de este destino temporal recurriendo a un falso salvador. Por desgracia, éste es incapaz de salvarse a sí mismo. Entonces, ¿cómo pueden proteger a los demás? Los falsos salvadores no respetan las enseñanzas recibidas de brahmanas cualificados y de las escrituras védicas. Su unica preocupacion es ceder a los deseos sexuales, llegando incluso a recomendar la libertad sexual a las viudas. Así se asemejan a los monos en el bosque. Srila Sukadeva Gosvami ilustró así a Maharaja Pariksit la selva material y sus difíciles senderos.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Quinto Canto, Capítulo 14 – Introducción.