Las personas materialistas no se sienten atraídas por las actividades trascendentales del Señor Supremo.

Según la filosofía védica, existen cuatro principios que elevan al ser humano: la religiosidad, el desarrollo económico, la gratificación de los sentidos y la liberación. Aquellos que solo se enfocan en disfrutar de lo material suelen planificar la ejecución de sus deberes, buscando mejorar su condición económica para disfrutar la vida material. Estas personas se interesan en los tres procesos de elevación: la religiosidad, el bienestar económico y la satisfacción sensorial. Este enfoque se conoce como trai-vargika, donde «trai» significa «tres» y «vargika» se refiere a «procesos de elevación». Sin embargo, quienes son materialistas no sienten curiosidad ni interés por la Suprema Personalidad de Dios y, en cambio, tienden a ser antagónicos hacia Él.
La Suprema Personalidad de Dios es descrita aquí como hari-medhah, «Aquel que puede liberar del ciclo de nacimientos y muertes». Los materialistas no se interesan a los maravillosos pasatiempos del Señor, considerándolos ficciones y creyendo que la Divinidad tiene una naturaleza material. No están en condiciones de avanzar en el servicio devocional o en la conciencia de Krishna. Prefieren las historias de los periódicos, las novelas y los dramas ficticios, y no se sienten atraídos por las actividades genuinas del Señor, como las de Krishna en Kuruksetra o las de los Pandavas en Vrindavana y Dvaraka, que son relatadas en el Bhagavad-gita y el Srimad-Bhagavatam. En cambio, se interesan más por las actividades de los políticos o los hombres ricos de este mundo.
Todo el mundo está fascinado de escuchar historias sobre las acciones de otros, ya sean políticos, ricos o personajes célebres o de ficción. Existen cantidades interminables de literaturas sin sentido y filosofías especulativas en las que los materialistas suelen interesarse. Sin embargo, cuando se les presentan obras auténticas de conocimiento como el Srimad-Bhagavatam, el Bhagavad-gita, el Vishnu Purana o textos religiosos de otras culturas, como la Biblia y el Corán, no muestran ningún interés. Estos individuos son considerados perdidos por el orden supremo, del mismo modo que un cerdo. Este último se contenta con consumir excrementos. Aunque se le presente un delicioso preparado a base de leche condensada o ghee, no lo disfrutará; preferirá las materias fecales, que le resultan mucho más sabrosas. Se considera que las personas materialistas están condenadas porque se apasionan por actividades inferiores, descuidando las que son trascendentales. El relato de las actividades del Señor es como el néctar, y al lado de eso, cualquier información que pueda despertar nuestro interés es en realidad infernal.

Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Tercer Canto, Capítulo 32 – Textos 18 y 19.

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