Una simple demostración de renuncia no basta para llevar a una persona al reino de Dios.

Una simple demostración de renuncia no es suficiente para que una persona ingrese en el reino de Dios. Es necesaria una transformación sincera del corazón, que se caracterice por un total desinterés hacia los comportamientos autodestructivos relacionados con la gratificación sensorial, ya sean evidentes o sutiles. Un verdadero sabio no solo debe evitar incluso la idea de lo ilícito, como el consumo de carne, la intoxicación y el juego, sino que también debe renunciar a los deseos de fama y estatus. En conjunto, estos requisitos suponen un reto considerable, pero las recompensas de la auténtica renuncia en la conciencia de Kṛṣṇa indudablemente justifican el esfuerzo de toda una vida.

El Muṇḍaka Upaniṣad (3.2.2) refuerza esta idea: kāmān yaḥ kāmayate manyamānaḥ sa karmabhir jāyate tatra tatra. Incluso un renunciante contemplativo que alberga deseos materiales enfrentará inevitablemente las consecuencias de sus acciones, lo que resultará en reencarnaciones en diversas circunstancias. Aunque los filósofos y yoguis luchan por liberarse del ciclo de nacimiento y muerte, su renuencia a renunciar a su orgullosa independencia hace que sus prácticas meditativas carezcan de devoción al Señor Supremo, lo que les impide alcanzar el estado final de renuncia: el amor puro a Dios. Este amor puro es la meta suprema para un Vaiṣṇava sincero; por tanto, debe mantenerse alerta contra las tentaciones naturales del lucro, la admiración y la distinción, así como la tendencia a disolverse en el vacío impersonal. Como señala Śrīla Rūpa Gosvāmī en su Bhakti-rasāmṛta-sindhu (1.1.11):

anyābhilāṣitā-śūnyaṁ jñāna-karmādy-anāvṛtam
ānukūlyena kṛṣṇānu- śīlanaṁ bhaktir uttamā

“Cuando se manifiesta el servicio devocional de primer nivel, uno debe estar libre de todos los deseos materiales, del conocimiento derivado de la filosofía monista y de las acciones frutivas. El devoto debe servir a Kṛṣṇa de manera alineada con Sus deseos”.

Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Décimo Canto, Capítulo 87 – Texto 39.

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