La curiosidad por presenciar la energía ilusoria del Señor puede, en ocasiones, transformarse en anhelos materiales pecaminosos.
Después de ser complacido por las plegarias de Śrī Mārkaṇḍeya, el Señor Supremo invitó al sabio a solicitar una bendición, y él expresó su deseo de ver la energía ilusoria del Señor. El Señor Supremo Śrī Hari, presentándose ante Mārkaṇḍeya en la forma de Nara-Nārāyaṇa, esbozó una sonrisa melancólica, ya que prefería que Sus devotos puros se mantuvieran alejados de Su energía ilusoria. El deseo de experimentar esta energía ilusoria puede, en ocasiones, transformarse en deseos materiales pecaminosos. Sin embargo, para satisfacer a Su devoto Mārkaṇḍeya, el Señor accedió a su solicitud, similar a como un padre permite a su hijo vivir las consecuencias de un deseo perjudicial en vez de desalentarlo. Consciente de las posibles repercusiones para Mārkaṇḍeya, el Señor sonrió mientras se disponía a manifestar Su poder ilusorio, antes de partir hacia Badarikāśrama. Un día, mientras ofrecía sus oraciones vespertinas, Mārkaṇḍeya fue súbitamente engullido por las aguas de la destrucción que inundaban los tres reinos. Luchando en soledad entre las olas, finalmente encontró un árbol baniano. Sobre una de sus hojas descansaba un niño radiante que emitía una luz resplandeciente. Al acercarse a esa hoja, Mārkaṇḍeya se sintió irresistiblemente atraído por el cuerpo del niño, como un mosquito atrapado en una telaraña.
Dentro del cuerpo del niño, Mārkaṇḍeya se maravilló al observar todo el universo tal como había existido antes de su destrucción. Tras un breve instante, fue expulsado con fuerza por la exhalación del niño y devuelto al océano de la aniquilación. Reconociendo que el niño sobre la hoja era en realidad Śrī Hari, el Señor trascendente que habitaba en su corazón, Śrī Mārkaṇḍeya buscó abrazarlo. Sin embargo, en ese momento, el Señor Hari, maestro de todos los poderes místicos, desapareció. A partir de entonces, las aguas de la aniquilación retrocedieron, y Śrī Mārkaṇḍeya se encontró una vez más en su āśrama, tal como antes.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición de 2014), «Srimad Bhagavatam», Canto XII, Capítulo 09 – Introducción y Texto 07.