Cualidades deseables para las personas que progresan en la vida humana.
El Señor Kṛṣṇa destaca los atributos esenciales para los individuos que buscan progresar en la vida. Śama, o equilibrio mental, se refiere a la estabilización de la propia inteligencia mediante la concentración en el Señor Kṛṣṇa. Estar simplemente en paz, sin conciencia de Kṛṣṇa, conduce a un estado mental embotado e ineficaz. Dama, o autodisciplina, implica primero controlar los propios sentidos. Intentar disciplinar a otros, como a los niños o discípulos, sin controlar los propios sentidos convierte a la persona en una fuente de burlas. La tolerancia significa soportar las dificultades, incluidos los insultos o la indiferencia de los demás. A veces es necesario aceptar las incomodidades materiales para cumplir las directrices de las Escrituras, que también deben soportarse con paciencia. No ser tolerante con el trato de los demás o con las dificultades de seguir los principios religiosos hace absurdo pretender tolerancia ante el calor, el frío o el dolor solo para guardar las apariencias. En cuanto a la firmeza, sin controlar la lengua y los deseos, cualquier otra forma de determinación es ineficaz.
La verdadera caridad significa renunciar a toda forma de agresión hacia los demás. La generosidad mostrada a través de donaciones carece de sentido si al mismo tiempo uno se dedica a prácticas comerciales explotadoras o políticamente perjudiciales. La austeridad significa liberarse de la lujuria y las indulgencias sensoriales, y observar los votos prescritos como Ekādaśī; no implica inventar extraños métodos de tortura física. El verdadero heroísmo es el triunfo sobre la propia naturaleza inferior. Aunque muchos aspiran a promover su propia notoriedad como individuos virtuosos, todos se enfrentan a las reacciones de la lujuria, la ira y la codicia. Así pues, vencer estos rasgos inferiores nacidos de la pasión y la ignorancia convierte a uno en un héroe mayor que aquellos que se contentan con derrotar a sus adversarios políticos mediante el engaño y la violencia.
Para cultivar la visión igualitaria, hay que abandonar los celos y la envidia, reconociendo el alma común de todos los seres. Esta perspectiva complace al Señor Supremo y conduce a la realización de la visión eterna igual. La simple catalogación de lo que existe no resume la totalidad de la realidad; también hay que percibir la igualdad espiritual intrínseca de todas las almas y circunstancias. La verdad significa comunicarse de forma que se promuevan resultados positivos. Ser demasiado crítico con los demás bajo el pretexto de la verdad no se corresponde con el aprecio de las personas piadosas. Un verdadero maestro espiritual expresa la verdad de un modo que eleva espiritualmente a los demás, y debemos aspirar a dominar esta forma de veracidad. El apego a las posesiones materiales mantiene el cuerpo y la mente perpetuamente contaminados, por lo que la limpieza requiere renunciar a estos apegos, en lugar de simplemente lavarse. La verdadera renuncia implica abandonar el error de propiedad sobre los seres queridos y los cónyuges, no solo desprenderse de las posesiones materiales. La verdadera riqueza reside en la religión. El sacrificio encarna la Personalidad de Dios, pues quien lo realiza con éxito debe centrar su conciencia en Dios y no en las efímeras recompensas materiales que puedan resultar del sacrificio. La verdadera retribución religiosa reside en servir a individuos iluminados que comparten la sabiduría espiritual. Uno puede expresar gratitud a su maestro espiritual difundiendo este conocimiento a los demás, rindiendo así homenaje al ācārya. La prédica se considera, por tanto, la forma más elevada de retribución. Mediante la práctica del prāṇāyāma, una técnica para regular la respiración, uno puede aquietar eficazmente la mente; lograr un control perfecto sobre este aspecto inquieto hace que uno sea verdaderamente poderoso.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Undécimo Canto, Capítulo 19 – Texto 36-39.









