En Satya-yuga, no hay seres humanos inferiores.
En Satya-yuga, la influencia de los modos inferiores de la naturaleza no está presente, lo que implica que todos los seres humanos pertenecen al orden social más elevado conocido como haṁsa, donde son dirigidos directamente por la Suprema Personalidad de Dios. En la actualidad, hay una creciente demanda de igualdad social; sin embargo, la verdadera igualdad solo se puede lograr cuando todos los individuos se encuentran en el modo de la bondad, caracterizado por la pureza y la devoción incondicional. A medida que los modos inferiores de la naturaleza se intensifican, surgen principios religiosos secundarios que buscan elevar gradualmente a las personas a un estado puro de sumisión a Dios. En Satya-yuga, dado que los seres humanos inferiores no existen, desaparece la necesidad de tales principios secundarios. Todos se dedican directamente al servicio puro del Señor, cumpliendo de manera perfecta con todos los deberes religiosos. En sánscrito, se llama kṛta-kṛtya a una persona que cumple adecuadamente con todas sus responsabilidades, como se indica en este verso. Por lo tanto, Satya-yuga es conocido como Kṛta-yuga, la era de la acción religiosa perfecta. Según Śrīla Jīva Gosvāmī, el término ādau (‘al principio’) hace referencia al momento de la creación universal. Esto sugiere que el sistema varṇāśrama no es una invención moderna, sino que surge de manera natural en el momento de la creación y debe ser reconocido por todos los individuos con discernimiento.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Undécimo Canto, Capítulo 17 – Texto 10.









