Las actividades del alma liberada deben aceptarse como una continuación de las actividades pasadas.

Pueden plantearse las siguientes preguntas. Mientras el alma liberada está en contacto con el cuerpo, ¿por qué no la afecta la actividad corporal? ¿No está contaminada por la acción y la reacción de las actividades materiales? Este versículo responde a estas preguntas explicando que el cuerpo material de un alma liberada está a cargo de la Suprema Personalidad de Dios. No funciona por la fuerza vital de la entidad viviente; simplemente actúa como reacción a las actividades pasadas. Al igual que un ventilador eléctrico sigue girando durante algún tiempo después de haber sido apagado, de la misma manera, aunque el alma liberada pueda parecer que actúa como un ser humano ordinario, sus actividades deben ser vistas como una continuación de las actividades anteriores. En un sueño, uno puede verse poseyendo diversos cuerpos, pero una vez despierto, se da cuenta de que todos esos cuerpos eran ficticios. Del mismo modo, aunque el alma liberada posea elementos derivados del cuerpo, como hijos, esposa, casa, etc., no se identifica con estas extensiones corporales. Comprende que son productos del sueño material. El cuerpo físico está formado por los elementos físicos de la materia, mientras que el cuerpo sutil está formado por la mente, la inteligencia, el ego y la conciencia. Si podemos considerar que el cuerpo sutil en un sueño es ficticio y no identificarnos con él, entonces una persona despierta ciertamente no necesita identificarse con el cuerpo físico. Del mismo modo que una persona despierta no está vinculada en modo alguno a las actividades de su cuerpo en un sueño, un alma despierta y liberada no está concernida en modo alguno por las actividades de su cuerpo actual. En otras palabras, conociendo su posición constitutiva, nunca suscribe el concepto corpóreo de la vida.

Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Tercer Canto, Capítulo 28 – Texto 38.

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