La maldición de daksa (suegro de Shiva) fue indirectamente una bendición para Shiva.
Fue debido a la maldición de Daksa que Shiva fue excluido de las oblaciones durante los sacrificios védicos. Śrī Viśvanātha Cakravartī Ṭhākura comenta a este respecto que la maldición de Dakṣa liberaba al Señor Śiva de la desdicha de participar en el sacrificio con todos los demás semidioses, que eran materialistas. El Señor Śiva es el devoto más elevado de la Suprema Personalidad de Dios, y no es apropiado que coma o se siente con personas materialistas como los semidioses. De esta manera, la maldición de Dakṣa indirectamente era una bendición, pues Śiva no tendría que comer o sentarse con los demás semidioses, que eran demasiado materialistas. Gaurakiśora dāsa Bābājī Mahārāja nos dio un ejemplo práctico, pues solía sentarse a rezar el mantra Hare Kṛṣṇa al lado de una letrina. Como siempre iban a verle muchas personas materialistas, y le molestaban y rompían su rutina diaria de oración, para evitar su compañía solía sentarse junto a una letrina, sabiendo que las personas materialistas no irían debido a la suciedad y el olor desagradable. Sin embargo, Gaurakiśora dāsa Bābājī Mahārāja era tan grande que fue aceptado como maestro espiritual por una personalidad tan elevada como Su Divina Gracia Oṁ Viṣṇupāda Śrī Śrīmad Bhaktisiddhānta Sarasvatī Gosvāmī Mahārāja. La conclusión es que el Señor Śiva siguió sus propias pautas de conducta para evitar que las personas materialistas pudieran molestarle en su práctica de servicio devocional.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Cuarto Canto, Capítulo 02 – Texto 18.