El orden inverso, ¿cómo se disuelve la creación?

En el momento de la aniquilación, los cinco grandes elementos, a saber, la tierra, el agua, el fuego, el aire y el éter, se funden en el falso ego del modo de la ignorancia, a partir del cual se generaron originalmente. Los diez sentidos y la inteligencia se fusionan en el ego falso de la pasión, y la mente, así como los semidioses, se funden en el ego falso del modo de la bondad, el cual luego se fusiona en el mahat-tattva, que a su vez se refugia en la prakṛti o en el pradhāna no manifestado.

Como se ha descrito anteriormente, cada elemento físico se extingue cuando se elimina su cualidad distintiva; el elemento se funde, entonces, con el elemento anterior. Esto puede entenderse de la siguiente manera: en el éter se encuentra la cualidad del sonido. En el aire, encontramos las cualidades de sonido y tacto. En el fuego, hay sonido, tacto y forma. En el agua, hay sonido, tacto, forma y sabor. Y en la tierra, hay sonido, tacto, forma, sabor y aroma. Así, desde el éter hasta la tierra, cada elemento se distingue por la adición de su propia cualidad única, llamada guṇa-viśeṣam. Cuando se elimina esta cualidad, un elemento se vuelve indistinguible de su elemento anterior y, por tanto, se funde con él. Por ejemplo, cuando los grandes vientos se llevan el aroma de la tierra, esta contiene ahora sólo sonido, tacto, forma y sabor, volviéndose indistinguible del agua, en la que se funde. De la misma manera, cuando el agua pierde su “rasa” o sabor, ya no contiene nada más que sonido, tacto y forma, haciéndose así indistinguible del fuego, que también contiene estas tres cualidades. De este modo, el viento se lleva el aroma para fundir la tierra en el agua, y luego se lleva el sabor para fundir el agua en el fuego. Luego, cuando la oscuridad universal elimina la forma del fuego, este se funde en el aire. El éter elimina entonces el sentido del tacto del aire, y el aire se funde en el éter. La Suprema Personalidad de Dios, como el elemento del tiempo, elimina el sonido del éter, y el éter se funde, entonces, en el falso ego del modo de ignorancia, del cual se originó. Finalmente, el ego falso se funde en el mahat-tattva, que se funde en el pradhāna no manifestado, y así se aniquila el universo.

Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Undécimo Canto, Capítulo 03 – Texto 16.

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