¿Por qué debemos poner a Dios en el centro de atracción?
La fraternidad en la sociedad humana se desarrolla gradualmente: del amor a uno mismo al amor a la familia; del amor a la familia al amor a la comunidad; del amor a la comunidad al amor a la nación, y del amor a la nación al amor a la comunidad internacional. Y en este proceso gradual, siempre hay un centro de atracción que ayuda a nuestro amor a progresar y desarrollarse de una etapa a la siguiente. Sin embargo, no sabemos que, en esta lucha constante por el desarrollo fraternal, el centro de atracción fundamental no es la familia, ni la comunidad, ni la nación, ni siquiera la comunidad internacional, sino la deidad omnipresente, Vishnu. Esta ignorancia se debe a la cortina material, la energía ilusoria de la Verdad Absoluta. El gran devoto Prahlada Maharaja confirma que la gente, en general, no sabe que su centro de atracción fundamental es Vishnu, la Suprema Personalidad de Dios. Y en la categoría de Vishnu, Sri Krishna es la fuerza suprema de atracción.
Para comprender un poco mejor los principios implicados, podemos fijarnos en las relaciones mundanas que nos rodean. Por ejemplo, el marido de nuestra hermana, que tal vez no conocíamos antes que ella se case con él, se convierte sin embargo en nuestro cuñado, simplemente en virtud de la relación central que comparte con ella. Y debido a esta relación central que ellos comparten, los hijos e hijas de este hombre antes desconocido se convierten en nuestros sobrinos. De esta manera, todas estas relaciones amorosas se concentran en nuestra hermana. En este caso, nuestra hermana se ha convertido en el centro de atracción.
Del mismo modo, si hacemos de nuestro país el centro nuestra atención, nos referimos a nosotros mismos con una etiqueta nacional limitadora y divisoria, como «bengalí», «punjabí» o «español». Del mismo modo, cuando profesamos una determinada fe o religión y hacemos de ella el centro de atención, nos referimos a nosotros mismos con una etiqueta sectaria, como «hindú», «musulmán» o «cristiano». Hemos elegido así un centro de atracción que muchos otros no pueden compartir con nosotros, porque, para ellos, nuestro centro de atracción no es del todo atractivo. Nuestras relaciones con los demás sólo pueden ser perfectas si hacemos de Krishna, la Personalidad Divina, nuestro centro de atracción. Constitutivamente, todos estamos eternamente ligados a Krishna, que es el ser viviente original y, por tanto, el centro de todo. Lo que tenemos que hacer, por tanto, es revivir esta relación, que se ha hundido en el olvido porque el proceso de enmascaramiento de Maya, la energía ilusoria, ha favorecido el olvido temporal. Por lo tanto, para comenzar la rehabilitación de nuestra relación eterna con Krishna, debemos adoptar el karma-yoga, el primer paso hacia esa realización trascendental.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición de 2012), «Message of Godhead», páginas 42 y 43.