
Śrīmad-Bhāgvatam – Canto 2
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El impacto del tiempo (kala) no actúa en el plano trascendental.
El tiempo devastador, que controla incluso a los semidioses celestiales a través de sus manifestaciones del pasado, presente y futuro, no tiene ningún efecto en el plano trascendental. La influencia del tiempo se manifiesta a través de los síntomas del nacimiento, la muerte, la vejez y la enfermedad, y estos cuatro principios de las condiciones materiales están presentes por doquier en cualquier parte del cosmos material, hasta en el planeta Brahmaloka, donde la duración de la vida de sus habitantes nos parece fabulosa. Incluso un tiempo infranqueable conduce a la muerte de Brahma, y lo mismo ocurre con los demás semidioses, como Indra, Candra, Surya, Vayu y Varuna. La influencia astronómica ejercida por los diversos semidioses sobre las criaturas terrenales también brilla por su ausencia. En la existencia material, las entidades vivientes temen la influencia satánica, pero para un devoto en el plano trascendental, este temor no existe en absoluto. Las entidades vivientes cambian sus cuerpos materiales en diferentes formas bajo la influencia de los diversos modos de la naturaleza material, pero en el estado trascendental el devoto es guna-tita, o está por encima de los modos materiales de bondad, pasión e ignorancia. Así pues, el falso ego de «yo soy el señor de todo lo que estudio» no emerge en este estado.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 2 – Texto 17.
Así como una madre se siente naturalmente unida a su bebé, de igual forma, el Señor muestra siempre su cariño hacia cada ser viviente
Cada uno de nosotros está buscando en la vida la verdadera felicidad, es decir, la vida eterna, el conocimiento eterno o ilimitado y una vida bienaventurada sin fin. Pero gente necia que no tiene ningún conocimiento acerca de la esencia, busca la realidad de la vida en la ilusión. Este cuerpo material no dura eternamente, y todo lo que está relacionado con este cuerpo temporal, tal como la esposa, los hijos, la sociedad y el país, también cambia junto con el cambio del cuerpo. Eso se denomina saṁsāra, o la recurrencia del nacimiento, la muerte, la vejez y las enfermedades. A nosotros nos gustaría encontrar una solución a todos esos problemas de la vida, pero no sabemos cómo. Aquí se sugiere que todo aquel que quiera poner fin a esas desdichas de la vida, es decir, a la recurrencia del nacimiento, la muerte, las enfermedades y la vejez, debe emprender este proceso de adorar al Señor Supremo y no a otros, tal como también se sugiere en el Bhagavad-gītā (18.65). Si de algún modo queremos acabar con la causa de nuestra vida condicionada, debemos entregarnos a la adoración del Señor Śrī Kṛṣṇa, quien está presente en el corazón de todo el mundo debido al afecto natural que siente por todos los seres vivientes, que son en realidad las partes integrales del Señor (Bg. 18.61). El niño que está en el regazo de su madre naturalmente siente un fuerte apego hacia ella, y la madre igualmente se siente unida a su hijo. Sin embargo, a medida que el hijo crece y enfrenta diversas circunstancias, poco a poco se va distanciando de la madre, aunque esta siempre espera algún tipo de apoyo de su hijo adulto y conserva el mismo cariño por él, incluso si él lo olvida. De manera análoga, todos nosotros somos parte fundamental del Señor, quien siempre nos muestra cariño y constantemente intenta guiarnos de regreso a casa, hacia Dios. Pero nosotros, como almas condicionadas, a menudo ignoramos a Dios y nos aferramos a las relaciones ilusorias del cuerpo. Por lo tanto, debemos liberarnos de estas relaciones engañosas del mundo y esforzarnos por unirnos al Señor, buscando servirle, ya que Él es la Verdad Suprema. De hecho, estamos anhelando estar con Él, tal como el niño busca a la madre. Y para buscar a la Suprema Personalidad de Dios no tenemos que ir a ninguna otra parte, porque el Señor está en nuestros corazones. Esto no significa, sin embargo, que no debamos ir a los lugares de adoración, es decir, a los templos, iglesias y mezquitas. El Señor también ocupa esos sagrados lugares de adoración, porque Él es omnipresente. Para el hombre común, esos lugares sagrados son centros en los que se aprende la ciencia de Dios. Cuando los templos están desprovistos de actividades, la gente pierde interés en ellos, y, en consecuencia, se vuelve atea gradualmente, lo cual produce como resultado una civilización atea. Una civilización así de infernal complica artificialmente las condiciones de vida, y la existencia se vuelve intolerable para todo el mundo. Los necios líderes de una civilización atea tratan de ingeniar diversos planes, para que haya paz y prosperidad en el mundo ateo con el sello patentado del materialismo, y como esos intentos son tan solo ilusorios, la gente elige a líderes ciegos e incompetentes, uno tras otro, que son incapaces de dar soluciones. Si de algún modo queremos acabar con esta anomalía que es una civilización atea, tenemos que seguir los principios de Escrituras reveladas tales como el Śrīmad-Bhāgavatam, y seguir la instrucción de una persona como Śrī Śukadeva Gosvāmī, a quien no lo atrae la ganancia material.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 2 – Texto 6
El Señor Supremo es el vidente de todos los mundos.
El Señor Supremo es el vidente de todos los mundos, tanto materiales como trascendentales. En otras palabras, el Señor Supremo es el beneficiario y disfrutador supremo de todos los mundos, tal como se confirma en el Bhagavad-gītā (5.29). El mundo espiritual es la manifestación de Su potencia interna, y el mundo material es la manifestación de Su potencia externa. Las entidades vivientes son, además, Su energía marginal, y por su propia elección pueden vivir, ya sea en los mundos trascendentales, o en los materiales. El mundo material no es un lugar adecuado para las entidades vivientes, porque éstas son una parcela del Señor en sentido espiritual, y en el mundo material las entidades vivientes se ven condicionadas por las leyes del mundo material. El Señor quiere que todas las entidades vivientes, quienes son Sus partes integrales, vivan con Él en el mundo trascendental, y para iluminar a las almas condicionadas que están en el mundo material existen todos los Vedas y las Escrituras reveladas: expresamente para hacer que las almas condicionadas puedan volver al hogar, volver a Dios. Desafortunadamente, las entidades vivientes condicionadas, a pesar de experimentar continuamente las tres formas de sufrimiento de la vida condicionada, no muestran un gran interés en regresar a Dios. Esto se debe a su modo de vida extraviado, complicado por sus pecados y virtudes. Algunas de ellas, que destacan por sus acciones virtuosas, empiezan a restablecer la relación perdida con el Señor, pero les resulta difícil comprender Su aspecto personal. El verdadero propósito de la vida es conectar con el Señor y dedicarse a Su servicio; esa es la posición natural de las entidades vivientes. Sin embargo, a quienes son impersonalistas y no pueden ofrecer un servicio amoroso al Señor, se les aconseja meditar en Su aspecto impersonal, el virāṭ-rūpa, o forma universal. De alguna forma, es esencial intentar restablecer la relación olvidada con el Señor si se desea alcanzar una verdadera felicidad en la vida y recuperar la condición natural de libertad. Para los principiantes menos conscientes, meditar en el aspecto impersonal, el virāṭ-rūpa, les permitirá avanzar progresivamente hacia un contacto personal. Aquí se sugiere meditar en el virāṭ-rūpa como se describió en capítulos anteriores, para entender cómo los distintos planetas, mares, montañas, ríos, aves, bestias, seres humanos, semidioses y todo lo que podemos concebir son en realidad diferentes partes y miembros de la forma virāṭ del Señor. Este enfoque también constituye una forma de meditación en la Verdad Absoluta, y a medida que esa meditación se inicia, se desarrollan en uno cualidades divinas, haciendo que el mundo parezca un lugar feliz y armonioso para todos los que lo habitan. Sin esa meditación, ya sea en Su forma personal o impersonal, todas las buenas cualidades humanas quedan opacadas por concepciones erróneas acerca de su posición constitucional, y sin un conocimiento superior, el mundo se convierte en un infierno para la humanidad.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 2 – Texto 14.
¿Cómo se puede percibir la presencia del Señor en nuestro corazón?
El argumento que presenta el hombre común es que, dado que el Señor no es visible a nuestros ojos, ¿cómo se puede rendir ante Él o ofrecerle un servicio amoroso trascendental? Para ese hombre común, aquí hay una sugerencia práctica que brinda Śrīla Śukadeva Gosvāmī sobre cómo percibir al Señor Supremo a través de la razón y la percepción. En verdad, no podemos percibir al Señor con nuestros sentidos materialiales actuales, pero cuando uno se convence de Su presencia mediante un servicio práctico, se produce una revelación gracias a la misericordia del Señor; así, ese devoto puro puede sentir la presencia de Él en todo momento y lugar. Puede percibir que la inteligencia es la forma directriz de la porción plenaria, Paramātmā, de la Personalidad de Dios. La presencia de Paramātmā que acompaña a todo el mundo no es difícil de percibir, ni siquiera para el hombre común. El procedimiento es el siguiente: uno puede reconocer su propia existencia y sentir con certeza que es. Puede que no lo sienta de manera contundente, pero usando un poco de inteligencia, uno puede darse cuenta de que uno no es el cuerpo. Se puede experimentar que la mano, la pierna, la cabeza, el cabello y las extremidades son partes integrales de su cuerpo, pero, en efecto, la mano, la pierna, la cabeza, etc., son solo eso, no pueden ser identificadas con su propio ser. Por lo tanto, con solo usar la inteligencia, uno puede distinguir y separar su yo de otras cosas que ve. Por lo tanto, la conclusión lógica es que todo ser viviente, ya sea humano o animal, actúa como el que ve, y además de observarse a sí mismo, es capaz de ver todas las demás cosas. De esta manera, se establece una diferencia entre el que ve y lo que es visto. Con un poco de reflexión, podemos aceptar que el ser viviente, que a través de la visión ordinaria percibe realidades más allá de sí mismo, carece de la capacidad de ver y moverse de manera independiente. Todas nuestras acciones y percepciones comunes dependen de diversas formas de energía que la naturaleza nos proporciona en múltiples combinaciones. Nuestros sentidos, tanto de percepción como de acción, es decir, nuestros cinco sentidos perceptivos: (1) oír, (2) tocar, (3) ver, (4) saborear y (5) oler, así como nuestros cinco sentidos de acción: (1) las manos, (2) las piernas, (3) el habla, (4) los órganos de evacuación y (5) los órganos de reproducción, además de nuestros tres sentidos sutiles: (1) la mente, (2) la inteligencia y (3) el ego (un total de trece sentidos), nos son proporcionados por diversas disposiciones de formas sutiles y tangibles de energía natural. Asimismo, es evidente que los objetos de nuestra percepción no son más que resultados de las inagotables combinaciones y permutaciones de las formas que puede adoptar la energía natural. Como esto demuestra claramente que el ser viviente ordinario carece de capacidad independiente de percepción y movimiento, y dado que sentimos, sin lugar a dudas, que nuestra existencia está condicionada por la energía natural, concluimos que el que percibe es el espíritu, y que los sentidos, así como los objetos de la percepción, son materiales. La cualidad espiritual del que ve se manifiesta en nuestra insatisfacción frente al estado limitado de la existencia, que se encuentra condicionada por lo material. Esta es la distinción entre el espíritu y la materia. Existen ciertos argumentos poco razonables que afirman que en la materia se desarrolla la capacidad de ver y moverse como resultado de un desarrollo orgánico, pero este argumento no puede sostenerse, ya que no hay evidencia experimental de que la materia haya dado origen a una entidad viviente en ninguna parte. No debemos confiar en el futuro, por agradable que parezca; las charlas vacías sobre que en el futuro la materia se transformará en espíritu son, en realidad, absurdas, porque en ninguna parte del mundo ha habido materia que haya desarrollado la capacidad de ver o de moverse. Por lo tanto, no hay duda de que materia y espíritu son dos identidades diferentes, y esta conclusión se alcanza mediante el uso de la inteligencia. Ahora bien, las cosas que se perciben con un poco de inteligencia no pueden ser animadas a menos que aceptemos que hay alguien que es el usuario o director de esa inteligencia. La inteligencia proporciona guías como una autoridad superior, y el ser viviente no puede ver, moverse, comer ni realizar ninguna acción sin recurrir a la inteligencia. Cuando uno deja de usar la inteligencia, se convierte en una persona trastornada, y, por ende, el ser viviente depende de la inteligencia o de las orientaciones de un ser superior. Esa inteligencia es omnipresente. Cada ser viviente posee su propia inteligencia, y como esta se manifiesta en las orientaciones de una autoridad superior, es similar a un padre que instruye a su hijo. La autoridad superior, que está presente y reside dentro de cada ser viviente individual, es el Super-yo.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 2 – Texto 35.
¿Cómo puedo reducir mis impulsos sexuales?
El deseo sexual es el tipo más grosero de anartha que ata al alma condicionada a la existencia material. Se desarrolla gradualmente en la unión del hombre y la mujer, y se agrava aún más por la acumulación de posesiones materiales, hijos, amigos, parientes y riqueza. Como resultado, el alma condicionada se ve abrumada por estos lazos enmarañados, y un falso sentido del egoísmo, o el sentido de «yo» y «mío», se vuelve predominante. El deseo sexual se manifiesta entonces a través de diversos compromisos políticos, sociales, altruistas, filantrópicos y otros efímeros. Como la espuma de las olas del mar, que se vuelve muy prominente en un momento y desaparece al siguiente tan rápidamente como una nube en el cielo. Los productos del condicionamiento rodean al alma, igual que los productos del deseo sexual. El bhakti-yoga conduce a una disminución gradual del deseo sexual, que se manifiesta a través de tres aspectos: la búsqueda de ganancias, adoración y distinción. Todas las almas condicionadas son presa de estas diversas formas de deseo sexual. Podemos ver por nosotros mismos hasta qué punto nos hemos liberado de estos deseos basados principalmente en el sexo. De la misma manera que una persona siente una reducción del apetito después de comer, debe ser capaz de medir su liberación del deseo sexual. El deseo sexual y sus diversas formas se reducen mediante el proceso del bhakti-yoga, porque el bhakti-yoga conduce automáticamente, gracias al Señor, al conocimiento y a la renuncia, aunque el devoto no esté especialmente instruido en el mundo material. El conocimiento implica ver las cosas tal como son y renunciar a lo superfluo tras la reflexión. Cuando una persona cultiva el conocimiento y se da cuenta de que las necesidades materiales son indeseables, se desprende de ellas. Esta etapa se denomina vairagya, o desapego de las cosas indeseables. Ya hemos enfatizado que el trascendentalista debe ser autosuficiente y no mendigar a los ricos para satisfacer sus necesidades básicas. Sukadeva Gosvami propuso soluciones para las necesidades básicas como comer, dormir y cobijarse, pero no para la satisfacción sexual. Cualquiera que aún sienta este deseo no debe en ninguna circunstancia adoptar un estilo de vida de abnegación. Para quienes no han superado esta etapa, adoptar un estilo de vida de abnegación no es apropiado. Por lo tanto, siguiendo gradualmente el servicio devocional bajo la guía de un maestro espiritual apropiado y siguiendo los principios del Bhagavatam, uno debería al menos ser capaz de controlar el deseo sexual en bruto antes de adoptar realmente un estilo de vida de abnegación.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 2 – Texto 12.
Las necesidades humanas de la vida son plenamente suplidas por el Señor.
Los sufrimientos de la sociedad humana se deben a un objetivo contaminado de la vida, a saber, enseñorearse de los recursos materiales. Cuanto más se dedique la sociedad humana a la explotación de los recursos materiales no desarrollados para la gratificación de los sentidos, más se verá atrapada por la ilusoria energía material del Señor, y así la angustia del mundo se intensificará en lugar de disminuir. Las necesidades humanas de la vida son plenamente suplidas por el Señor en forma de granos alimenticios, leche, fruta, madera, piedra, azúcar, seda, joyas, algodón, sal, agua, verduras, etc., en cantidad suficiente para alimentar y cuidar a la raza humana del mundo, así como a los seres vivientes de todos y cada uno de los planetas del universo. La fuente de suministro es completa, y sólo se requiere un poco de energía por parte del ser humano para hacer llegar sus necesidades al canal adecuado. No hay necesidad de máquinas y herramientas o enormes plantas de acero para crear artificialmente las comodidades de la vida. La vida nunca se hace cómoda por necesidades artificiales, sino por una vida sencilla y un pensamiento elevado. Sukadeva Gosvami sugiere aquí el pensamiento perfeccionista más elevado para la sociedad humana, a saber, escuchar suficientemente el Srimad-Bhagavatam. Para los hombres en esta era de Kali, cuando han perdido la visión perfecta de la vida, este Srimad-Bhagavatam es la antorcha con la que ver el verdadero camino. Srila Jiva Gosvami Prabhupada ha comentado el kathamrtam mencionado en este verso y ha indicado que el Srimad-Bhagavatam es el mensaje nectario de la Personalidad de Dios. Al escuchar suficientemente el Srimad-Bhagavatam, el objetivo contaminado de la vida, a saber, enseñorearse de la materia, disminuirá, y la gente en general en todas partes del mundo podrá vivir una vida pacífica de conocimiento y bienaventuranza.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 2 – Texto 37.
La vida humana no está hecha para el llamado desarrollo económico o el avance de la ciencia materialista.
El hombre materialista de la era moderna sostendrá que la vida, o parte de ella, nunca está hecha para discutir argumentos teosóficos o teológicos. La vida es para vivirla el mayor tiempo posible, para comer, beber, tener relaciones sexuales, regocijarse y disfrutar de los placeres de la vida. El hombre moderno aspira a vivir eternamente a través del progreso de la ciencia material, y existen numerosas teorías sin fundamento que buscan prolongar la vida al máximo. Sin embargo, el Srimad-Bhagavatam sostiene que la vida no tiene como propósito el desarrollo económico ni el avance de la ciencia materialista en función de una filosofía hedonista de comer, aparearse, beber y divertirnos. La vida está destinada exclusivamente a realizar tapasya, para purificar la existencia y poder ingresar a la vida eterna justo después de la forma humana. Los materialistas desean extender su vida lo más posible, pues carecen de conocimiento acerca de la vida después de la muerte. Buscan obtener el máximo de comodidades en este mundo presente porque están convencidos de que no hay otra vida tras la muerte. Esta ignorancia sobre la eternidad del ser y el cambio de forma en el mundo material ha causado graves problemas en la estructura de la sociedad moderna. Como resultado, a menudo las soluciones propuestas por el hombre moderno solo han intensificado los problemas existentes. Aunque se pueda vivir más de cien años, el avance de la civilización no necesariamente se relaciona con ello. El Bhagavatam menciona que ciertos árboles pueden vivir cientos o miles de años. En Vrindavana, hay un tamarindo (conocido como Imlitala) que se asegura existió durante la época del Señor Krishna. En el Jardín Botánico de Calcuta, hay un baniano que se dice tiene más de quinientos años, y hay muchos árboles similares en el mundo. Svami Sankaracarya vivió solo treinta y dos años, y el Señor Caitanya cuarenta y ocho. ¿Significa esto que la larga vida de esos árboles es más significativa que la de Sankara o Caitanya? Una vida larga sin valor espiritual no tiene mucha importancia. Se puede dudar de que los árboles tengan vida porque no respiran. Sin embargo, científicos modernos como Bose han probado que hay vida en las plantas, lo que indica que la respiración no es el único signo de vida. El Bhagavatam señala que el fuelle de un herrero respira con mucha profundidad, pero eso no implica que tenga vida. Un materialista podría argumentar que la vida de un árbol y la de un ser humano no pueden compararse, ya que el árbol no puede disfrutar del placer de comer o de las relaciones. En respuesta, el Bhagavatam cuestiona si otros animales, como perros y cerdos, que comparten el mismo entorno con los humanos, no disfrutan también de la comida y la vida sexual. La referencia específica del Srimad-Bhagavatam a «otros animales» implica que aquellos que solo planean una vida mejor basada en comer, respirar y aparearse, son también animales en forma de humanos. Una sociedad compuesta por tales «humanos» no puede beneficiar a la humanidad, pues un animal puede hacer daño a otro animal, pero raramente actuar en favor de otro.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 3 – Texto 18.
¿A quién debemos ofrecer caridad?
La práctica materialista de las actividades piadosas, como la caridad, es recomendada en los smrti-sastras y es citada por Srila Visvanatha Cakravarti Thakura. Donar dinero a la persona adecuada asegura una balanza favorable en la próxima vida. Esta caridad es idealmente destinada a un brahmana. Si se dona a un no brahmana (sin cualificaciones brahmánicas), el dinero se devolverá en la siguiente vida proporcionalmente. Si se le ofrece a un brahmana con conocimiento limitado, el retorno será el doble. Si se le dona a un brahmana erudito y calificado, se recibirá de vuelta cien a mil veces más, y si se entrega a un veda-paraga (uno que ha realizado verdaderamente el camino de los Vedas), el retorno será multiplicado indefinidamente. El objetivo último del conocimiento Védico es la realización de la Personalidad de Dios, el Señor Krishna, como se establece en el Bhagavad-gita (vedais ca sarvair aham eva vedyah). Existe una garantía de retorno del dinero si se da en caridad, sin importar la proporción. Asimismo, pasar un momento en la compañía de un devoto puro, escuchando y cantando los mensajes trascendentales del Señor, es una garantía perfecta de vida eterna y el regreso a Dios. Mad-dhama gatva punar janma na vidyate. En otras palabras, un devoto del Señor asegura su vida eterna. La vejez o enfermedad de un devoto en esta vida es solo un paso hacia esa vida eterna garantizada.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 3 – Texto 17.
Cada persona está dotada de distintos niveles de inteligencia.
Los seres vivientes tienen un grado de inteligencia proporcional a sus actividades previas. No todos los seres vivientes poseen el mismo tipo de inteligencia, ya que este desarrollo está bajo el control del Señor, como se afirma en el Bhagavad-gita (15.15). Como Paramatma, la Superalma, el Señor reside en el corazón de todos, y es de Él de quien proviene el poder de recordar, conocer y olvidar (mattah smrtir jnanam apohanam ca). Una persona puede recordar con claridad los eventos pasados por la gracia del Señor, mientras que otras pueden tener dificultades. La inteligencia elevada proviene de la gracia del Señor, así como la torpeza también está bajo su control. Por ello, el Señor es conocido como Dhiyam-pati, el Señor de la inteligencia.
Las almas condicionadas se esfuerzan por dominar el mundo material, tratando de imponerse sobre la naturaleza a través de su máxima inteligencia. Este mal uso de la inteligencia, por parte del alma condicionada, se considera locura. Es necesario utilizar toda su inteligencia para liberarse de las ataduras materiales. Sin embargo, la locura lleva al alma condicionada a emplear su energía e inteligencia en la búsqueda de la gratificación sensorial, llevándola a cometer diversas fechorías. Como resultado, en lugar de alcanzar una vida de plena libertad incondicional, el alma condicionada se enreda repetidamente en distintos tipos de esclavitud asociadas a cuerpos materiales. Lo que observamos en la manifestación material es simplemente la creación del Señor. Por ende, Él es el verdadero propietario de todo en los universos. El alma condicionada puede disfrutar solo de una fracción de esta creación material bajo el control del Señor, pero no de manera autosuficiente. Esta es la enseñanza del Isopanisad. Uno debe estar satisfecho con lo que el Señor del universo otorga. Solo por locura se intenta usurpar las posesiones materiales de los demás.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 4 – Texto 20.
Todo el proceso de la creación es un acto de evolución progresiva
Todo el proceso de la creación es un acto de evolución y desarrollo progresivos de un elemento a otro, que culmina en la diversidad de la Tierra con sus numerosos árboles, plantas, montañas, ríos, reptiles, aves, animales y variedades de seres humanos. La percepción sensorial también evoluciona: del sonido al tacto, del tacto a la forma. El gusto y el olfato también se generan por el desarrollo progresivo del cielo, el aire, el fuego, el agua y la tierra. Todos estos elementos son causa y efecto unos de otros, pero la causa original es el Señor mismo en Su porción plenaria, como Maha-Vishnu que descansa en el agua causal del mahat-tattva. El Señor Krishna es descrito en el Brahma-samhita como la causa de todas las causas, confirmado en el Bhagavad-gita (10.8): aham sarvasya prabhavo mattah sarvam pravartate iti matva bhajante mam budha bhava-samanvitah Así, las cualidades de la percepción sensorial están plenamente representadas en la tierra, y se manifiestan en menor medida en otros elementos. En el cielo sólo hay sonido, mientras que en el aire hay sonido y tacto. En el fuego, hay sonido, tacto y forma, y en el agua, también hay sabor, así como las otras percepciones, a saber, sonido, tacto y forma. En la tierra, en cambio, encontramos todas las cualidades antes mencionadas, así como un mayor desarrollo del sentido del olfato. Así pues, es en la tierra donde se desarrolla toda la diversidad de la vida, que originalmente comenzó con el principio fundamental del aire. Las enfermedades del cuerpo se deben a una perturbación del aire en los cuerpos terrestres de los seres vivientes. Las enfermedades mentales resultan de una perturbación particular del aire dentro del cuerpo y, como tales, los ejercicios yóguicos son particularmente beneficiosos para mantener el aire en orden, de modo que las enfermedades del cuerpo se vuelven prácticamente inexistentes gracias a estos ejercicios. Cuando se practican correctamente, la esperanza de vida también aumenta, y la muerte puede controlarse mediante estas prácticas. Un yogui perfecto puede controlar la muerte y abandonar el cuerpo en el momento oportuno, cuando es capaz de trasladarse a un planeta adecuado. El bhakti-yogui, sin embargo, supera a todos los yoguis porque, gracias a su servicio devocional, es promovido a la región más allá del cielo material y es colocado en uno de los planetas del cielo espiritual por la voluntad suprema del Señor, el maestro de todas las cosas.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 5 – Texto 26-29
Localización de planetas en el universo.
En este universo hay catorce sistemas planetarios, en los que los seres vivientes deambulan con diferentes formas corporales por distintos planetas. Dependiendo del karma, los seres vivientes unas veces ascienden y otras descienden. Los sistemas planetarios inferiores se llaman Bhurloka, los sistemas planetarios medios se llaman Bhuvarloka, y los sistemas planetarios superiores, hasta Brahmaloka (Satyaloka, el sistema planetario más elevado del universo), se llaman Svargaloka. Todos estos sistemas están situados en el cuerpo del Señor. En otras palabras, nadie en este universo carece de relación con el Señor. Los astronautas que viajan por el espacio pueden inspirarse en el Srimad-Bhagavatam para comprender que existen catorce divisiones de sistemas planetarios en el espacio. La situación se calcula a partir del sistema planetario terrestre, llamado Bhurloka. Por encima de Bhurloka está Bhuvarloka, y por encima de Bhuvarloka están Svargaloka, Maharloka, Janaloka, Tapoloka y Satyaloka, que son los siete lokas superiores, o sistemas planetarios. Del mismo modo, hay siete sistemas planetarios inferiores, llamados lokas Atala, Vitala, Sutala, Talatala, Mahatala, Rasatala y Patala. Todos estos sistemas planetarios están dispersos por el universo, que ocupa un área de dos mil millones por dos mil millones de millas cuadradas. Los astronautas modernos sólo pueden desplazarse unos pocos miles de kilómetros desde la Tierra, y su intento de viajar por el cielo es como un juego de niños en la orilla de un vasto océano. Existen innumerables universos más allá de aquel en el que nos encontramos, y todos estos universos materiales sólo cubren una parte insignificante del cielo espiritual. Todo el universo material se llama Devidhama, y por encima de él está Shivadhama, donde el Señor Shiva y su consorte Parvati residen eternamente. Por encima de este sistema planetario está el cielo espiritual donde hay innumerables planetas espirituales, llamados Vaikunthas. Por encima de estos planetas Vaikuntha está el planeta de Krishna, conocido como Goloka. Goloka Vrindavana es más grande que todos los planetas materiales y espirituales juntos. Los devotos de la expansión Narayana de Krishna alcanzan los planetas Vaikuntha, pero es muy difícil alcanzar Goloka Vrindavana. De hecho, este planeta sólo puede ser alcanzado por personas que son devotas del Señor Caitanya o del Señor Sri Krishna. P.D. Por favor, consulte las imágenes de abajo para comprender mejor la ubicación de los sistemas planetarios en el universo.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 5 – Texto 38, 40 & 41, A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2012), «Enseñanzas del Señor Caitanya, El Avatar Dorado», Página 168, A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2007), «Teachings of Lord Kapila, The Son of Devahuti», Página 15
Se afirma que todos los seres vivientes son partes y parcelas del Señor Supremo.
Se sostiene que todos los seres vivientes son partes esenciales del Señor Supremo, y este verso explica cómo lo son. Las cuatro categorías de la sociedad humana —es decir, la clase intelectual (los brāhmaṇas), la clase administrativa (los kṣatriyas), la clase comercial (los vaiśyas) y la clase trabajadora (los śūdras)— representan diferentes partes del cuerpo del Señor. Por lo tanto, nadie es diferente del Señor. Aunque la boca y las piernas del cuerpo no difieren constitucionalmente, la boca o la cabeza son cualitativamente más importantes que las piernas. Sin embargo, todas las extremidades, como la boca, las piernas, los brazos y los muslos, son componentes del cuerpo. Estas partes del cuerpo del Señor están destinadas a servir al todo. La boca cumple funciones de hablar y alimentarse, los brazos están diseñados para proteger, las piernas para transportar, y la cintura para soportar el cuerpo. Así, la clase intelectual debe hablar en nombre del cuerpo y también proporcionar alimentos para calmar el hambre del cuerpo. El Señor se alimenta de los frutos de los sacrificios. Los brāhmaṇas, o la clase intelectual, deben ser expertos en realizar tales sacrificios, y las clases subordinadas deben participar en ellos. Hablar en nombre del Señor Supremo implica glorificar al Señor mediante la difusión del conocimiento acerca de Él, revelando su verdadera naturaleza y la posición de todas las demás partes del cuerpo completo. Por tanto, se espera que los brāhmaṇas conozcan los Vedas, la fuente última de conocimiento. Veda significa conocimiento y anta significa su final. Según el Bhagavad-gītā, el Señor es la fuente de todo ( ahaṁ sarvasya prabhavaḥ ), y así, la cima de todo conocimiento ( vedānta ) es conocer al Señor, nuestra relación con Él y actuar conforme a esa relación. Las partes del cuerpo están interconectadas con el todo. De manera similar, cada ser vivo debe entender su relación con el Señor. La vida humana está especialmente destinada a este propósito: conocer la relación verdadera entre todo ser viviente y el Señor Supremo. Si no se reconoce esta relación, la vida humana se malogra. La clase de individuos sabios, los brāhmaṇas, tiene una responsabilidad especial en difundir este conocimiento sobre nuestra relación con el Señor y guiar al público hacia el camino correcto. La clase administrativa debe proteger a los seres vivientes para que puedan cumplir con ese propósito. La clase mercantil tiene la tarea de producir alimentos y distribuirlos en la sociedad, asegurando que toda la población pueda vivir cómoda y cumplir con sus deberes. A esta clase también se le pide que proteja a las vacas, que son fundamentales para obtener leche y productos lácteos, esenciales para mantener la inteligencia y la salud necesarias en una civilización destinada a alcanzar el conocimiento de la verdad última. La clase trabajadora, que no tiene tanto poder o inteligencia, puede brindar servicios físicos a las clases superiores y beneficiarse de su cooperación. Por lo tanto, el universo es una unidad completa relacionada con el Señor, y si no se tiene esta conexión, la sociedad se perturba, quedando sin paz y prosperidad. Esto se confirma en los Vedas: brāhmaṇo’sya mukham āsīd, rājanyaḥ kṛtaḥ.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 5 – Texto 37
El Señor Supremo es siempre Supremo.
Nāradajī es considerado una de las almas liberadas, y una vez alcanzada su liberación, se le conoce como Nārada. Antes de este estado, era simplemente el hijo de una sirvienta. Surgen preguntas sobre por qué Nāradajī no tenía conciencia del Señor Supremo y por qué llegó a concebir erróneamente a Brahmājī como tal, cuando en realidad no lo era. Una confusión así no afecta a una alma liberada; entonces, ¿por qué Nāradajī planteó esas dudas como un hombre ordinario con poco conocimiento? También Arjuna experimentó confusión, a pesar de ser un eterno asociado del Señor. Esta incertidumbre, tanto en Arjuna como en Nārada, ocurre por la voluntad del Señor, con el propósito de que aquellos que no están liberados puedan conocer la verdad y el auténtico conocimiento acerca del Señor.
La inquietud que Nārada siente sobre cómo Brahmājī se volvió todopoderoso es una lección para aquellos que quedan atrapados en concepciones erróneas sobre la Personalidad de Dios, incluso comparándola con una figura como Brahmā, sin mencionar a hombres comunes que se hacen pasar por Dios o por encarnaciones divinas. El Señor Supremo es siempre el Supremo, y hemos señalado en múltiples ocasiones que ningún ser viviente, ni siquiera Brahmā, puede afirmar ser uno con Él. No hay que dejarse engañar por la adoración extrema a un gran hombre tras su muerte, como si fuera Dios.
Existen muchos reyes, como el Señor Rāmacandra, rey de Ayodhyā, pero las Escrituras nunca afirman que ninguno de ellos sea Dios. Ser un buen rey no implica necesariamente la cualidad requerida para ser el Señor Rāma, en cambio, ser una gran personalidad como Kṛṣṇa es esencial para ser la Personalidad de Dios. Si se examina detenidamente a los participantes de la batalla de Kurukṣetra, se puede observar que Mahārāja Yudhiṣṭhira no era menos piadoso que el Señor Rāmacandra; de hecho, se dice que Mahārāja Yudhiṣṭhira era un mejor moralizador que el Señor Kṛṣṇa. Aunque el Señor Kṛṣṇa le pidió a Mahārāja Yudhiṣṭhira que mintiera, este se opuso a ello. Sin embargo, esto no implica que Mahārāja Yudhiṣṭhira pudiera ser igual al Señor Rāmacandra o al Señor Kṛṣṇa. Las principales autoridades lo consideran un hombre piadoso, pero reconocen al Señor Rāma o a Kṛṣṇa como la auténtica Personalidad de Dios. Por lo tanto, el Señor es una entidad distinta en todo momento y no debe ser objeto de interpretaciones antropomórficas. El Señor siempre es el Señor, y un ser viviente común nunca podrá igualarse a Él.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 5 – Texto 10.
Los modos materiales de la naturaleza.
Las diversas creaciones materiales son en gran parte atribuibles al desarrollo del temperamento de la pasión (rajas). Mahat-tattva representa el principio de la creación material. Cuando es influido por la voluntad del Supremo, los modos de influencia de la pasión y la bondad se manifiestan primero, luego el temperamento de la pasión se vuelve predominante al ser generado por las diversas actividades materiales. De este modo, los seres vivientes se hunden cada vez más en la ignorancia. Brahma encarna el temperamento de la pasión, Vishnu representa el temperamento de la bondad, mientras que el Señor Shiva encarna el temperamento de la ignorancia, siendo el progenitor de las actividades materiales. La naturaleza material es considerada la madre, y el iniciador de la vida materialista es el padre, el Señor Shiva. Así, toda la creación material de los seres vivientes es iniciada por el temperamento de la pasión. A medida que transcurre el tiempo en un determinado milenio, los diferentes modos de influencia actúan de forma progresiva. Durante la era de Kali, en la que predomina el temperamento pasional, se emprenden diversas actividades materiales en nombre del avance de la civilización humana, lo que hace que los seres vivientes olviden cada vez más su verdadera identidad espiritual. Aunque un ligero cultivo del temperamento de la bondad puede ofrecer un atisbo de la naturaleza espiritual, el temperamento de la bondad se ve perjudicado debido a la supremacía del temperamento pasional. Por lo tanto, resulta imposible trascender las limitaciones de los modos de influencia materiales, lo que dificulta enormemente que los seres vivientes comprendan al Señor, que siempre es trascendente sobre los modos de influencia de la naturaleza material, incluso cuando predomina el temperamento de la bondad mediante la aplicación de los diversos métodos. En otras palabras, las materias primas son adhibhutam, su mantenimiento es adhidaivam y el iniciador de las actividades materiales se denomina adhyatmam. En el mundo material, estos tres principios actúan como características predominantes, a saber, como materia prima, sus suministros regulares y su uso en diferentes variedades de creaciones materiales para el placer de los sentidos de las entidades descarriadas.
La entidad viviente recibe diferentes tipos de cuerpo en función de su karma. Una entidad viviente puede recibir un cuerpo de gato, otra un cuerpo de perro, y así sucesivamente. ¿Por qué hay tantos cuerpos diferentes? ¿Por qué no un solo tipo de cuerpo? La respuesta a esta pregunta también se da en el Bhagavad-gita (13.22):
karanam guna-sango ‘sya sad-asad-yoni-janmasu
«Esto se debe a su relación con las influencias de la naturaleza material. Así es como se encuentra con el bien y el mal entre las diversas especies». Debido a que el alma en el cuerpo se asocia con los tres modos de influencia de la naturaleza material (bondad, pasión e ignorancia), recibe diferentes tipos de cuerpos. No es necesario aspirar al próximo cuerpo; basta con tener la seguridad de que será un cuerpo diferente. Por otra parte, Krishna no dice qué tipo de cuerpo se recibirá. Eso depende de la cualificación. Por ejemplo, si uno se asocia con el temperamento de la bondad, renace en los sistemas planetarios superiores. Si uno se asocia con el temperamento de la pasión, permanecerá en la Tierra. Por otro lado, si uno se asocia con el temperamento de la ignorancia y la oscuridad, desciende a las formas inferiores de vida: animales, árboles y plantas. Esto es lo que Sri Krishna afirma en el Bhagavad-gita (14.18).
urdhvam gacchanti sattva-stha madhye tisthanti rajasah
jaghanya-guna-vrtti-stha adho gacchanti tamasah
«Aquellos en el temperamento de la bondad ascienden gradualmente a los planetas superiores; aquellos en el temperamento de la pasión viven en los planetas terrenales; y aquellos en el temperamento de la ignorancia descienden a los mundos infernales». Hay 8.400.000 especies de vida, todas resultantes de la relación con los modos de influencia de la naturaleza (karanam guna-sango ‘sya). Dependiendo del cuerpo, uno experimenta angustia y felicidad. No se puede esperar que un perro disfrute de la misma felicidad que un rey o un hombre rico. Tanto si disfrutamos de tal o cual felicidad como si sufrimos tal o cual angustia, la angustia y la felicidad se deben al cuerpo material.
El yoga consiste en trascender la angustia o la felicidad del cuerpo material. Si nos conectamos con Krishna a través del yoga supremo, podemos deshacernos de la felicidad material y la angustia del cuerpo. Reconectar con Krishna se llama bhakti-yoga, y Krishna viene a instruirnos en este yoga supremo. Él nos dice: «Revive tu conexión conmigo, canalla. Abandona todos esos yogas y todas esas religiones y entrégate a Mí». Estas son las instrucciones de Krishna, y el representante de Krishna, la encarnación o gurú, dice lo mismo. Aunque Kapiladeva es una encarnación de Krishna, actúa como representante de Krishna, el gurú. Si simplemente aceptamos el principio de entrega a Krishna, podremos trascender la llamada felicidad material. No debemos ser cautivados por la felicidad material ni afligidos por la angustia material. Estas son causas de esclavitud. La felicidad material no es verdadera felicidad. Es angustia. Intentamos ser felices consiguiendo dinero, pero el dinero no es muy fácil de conseguir y tenemos que sufrir una gran angustia para conseguirlo. Sin embargo, aceptamos esta angustia con la esperanza de obtener una falsa felicidad. En cambio, si purificamos nuestros sentidos, podemos alcanzar el mundo espiritual. La verdadera felicidad reside en el compromiso de nuestros sentidos para satisfacer los sentidos de Krishna. Así es como se espiritualizan nuestros sentidos, lo que se denomina adhyatmika-yoga o bhakti-yoga.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición de 2007), «Teachings of Lord Kapila, The Son of Devahuti», páginas 89, 90 y 91.
A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 5 – Texto 23.
Las energías del Señor Supremo.
La energía del Señor Supremo es trascendental y espiritual, y las entidades vivientes son parte integrante de esta energía. El Señor es descrito aquí como omnipotente a través de tres energías (tri-Sakti-dhrk). Sus tres energías son, por tanto, principalmente interna (para), marginal (ksetrajna) y externa (avidya). La energía para es de hecho la energía del Señor mismo (la energía interna); la energía ksetrajna es la entidad viviente (la energía marginal), y la energía avidya es el mundo material, o Maya (la energía externa). Se llama avidya, o ignorancia, porque bajo el dominio de esta energía material, las entidades vivientes olvidan su posición real y su relación con el Señor Supremo.
La energía interna (para) se manifiesta en tres modos espirituales: samvit (conocimiento «cit», Yogmaya), sandhini (existencia «sat», Señor Balram) y hladini (plenitud «Ananda», Sri Radha). En otras palabras, Él es la manifestación plena de la existencia, el conocimiento y la plenitud. De todas las manifestaciones de la energía sandhini del Señor, una cuarta parte se manifiesta en el mundo material y tres cuartas partes en el mundo espiritual.
Del mismo modo, la energía externa (‘Maya’ Durga-Devi) también se manifiesta en los tres modos de influencia, bondad, pasión e ignorancia.
La energía marginal, o las entidades vivientes, también son espirituales (prakritim viddhi me param), pero las entidades vivientes nunca son iguales al Señor. El Señor es nirasta-samya-atisaya; en otras palabras, nadie es superior o igual al Señor Supremo. Así pues, las entidades vivientes, incluidas personalidades tan importantes como el Señor Brahma y el Señor Shiva, están todas subordinadas al Señor. En el mundo material también, en Su forma eterna de Vishnu, Él mantiene y controla todos los asuntos de los semidioses, incluyendo Brahma y Shiva. La conclusión es que las entidades vivientes representan una de las energías del Señor Supremo, y como partes infinitesimales y parcelas del Supremo, se llaman jivas.
En el mundo material, este sentido de existencia, conocimiento y plenitud aparece muy poco, y todas las entidades vivientes, que son partes y parcelas infinitesimales del Señor, pueden saborear esta conciencia de existencia, conocimiento y realización en la etapa liberada, mientras que, en la etapa condicionada de la existencia material, apenas pueden apreciar lo que es la plenitud fáctica, existencial, conocible y pura de la vida. Las almas liberadas, que existen en un número mucho mayor que las almas del mundo material, pueden experimentar realmente el poder de las energías sandhini, samvit y hladini del Señor mencionadas anteriormente con respecto a la liberación de la muerte, la liberación del miedo y la liberación de la vejez y la enfermedad.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2012), «Enseñanzas del Señor Caitanya, El Avatar Dorado», Página 246.
A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 6 – Texto 19 & 32.
El Señor Supremo Sri Krishna es el padre de todas las entidades vivientes.
Existen muchos poderosos reyes, líderes, eruditos entendidos, científicos, artistas, ingenieros, inventores, excavadores, arqueólogos, industriales, políticos, economistas, magnates de negocios y muchas deidades o semidioses más poderosos, tales como Brahmā, Śiva, Indra, Candra, Sūrya, Varuṇa y Marut, quienes ocupan diversas posiciones en la protección del bienestar del universo, y todos ellos son diferentes y poderosas partes integrales del Señor Supremo. El Supremo Señor Śrī Kṛṣṇa es el padre de todas las entidades vivientes, las cuales están colocadas en diferentes posiciones altas y bajas de acuerdo con sus deseos y aspiraciones. Algunas de ellas, como se mencionó antes en particular, están específicamente dotadas de poderes por la voluntad del Señor. Una persona cuerda ha de saber con toda certeza, que un ser viviente, no importa cuán poderoso sea, no es absoluto ni independiente. Todos los seres vivientes han de aceptar que el Señor es el origen de su poder específico, tal como se menciona en este verso. Y si actúan de acuerdo con ello, entonces pueden alcanzar la perfección más elevada de la vida, es decir, la vida eterna, el conocimiento completo y la bendiciones sin fin, simplemente mediante el desempeño de sus deberes ocupacionales respectivos. Mientras los hombres poderosos del mundo no acepten que la Personalidad de Dios es el origen de sus poderes respectivos, las acciones de māyā (la ilusión) continuarán actuando. Las acciones de māyā son tales, que una persona poderosa, engañada por la energía material ilusoria, se cree equivocadamente el todo absoluto y no desarrolla conciencia de Dios. Por ello, el falso sentido de egoísmo (es decir, yo y lo mío), se ha vuelto muy corriente en el mundo, y en la sociedad humana existe una dura lucha por la existencia. Por lo tanto, la clase de hombres inteligentes debe admitir que el Señor es la fuente fundamental de toda energía y, así pues, rendirle tributo al Señor por Sus buenas bendiciones. Simplemente aceptando al Señor como el propietario supremo de todo, ya que Él lo es de hecho, uno puede alcanzar la perfección más elevada de la vida. Una persona, sea lo que sea en términos del orden social, si trata de corresponder con un sentimiento de amor hacia la Suprema Personalidad de Dios y se satisface con las bendiciones del Señor, de inmediato sentirá la paz mental más elevada, que ha estado anhelando vida tras vida. La paz mental o, en otras palabras, el estado mental saludable, solo puede ser alcanzado cuando la mente se dedica por completo al trascendental servicio amoroso del Señor. Las partes integrales del Señor están dotadas de poderes específicos para prestarle servicio al Señor, así como los hijos de un gran magnate de negocios están empoderados con poderes específicos de administración. El hijo obediente nunca actúa en contra de la voluntad de su padre, y, por lo tanto, vive muy pacíficamente, cooperando con el cabeza de la familia, el padre. En forma similar, puesto que el Señor es el padre, todos los seres vivientes, como hijos fieles, deben ejecutar plena y satisfactoriamente la voluntad del padre y los deberes que él prescribe. Esta mentalidad le traerá de inmediato a la sociedad humana la paz y la prosperidad.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 6 – Texto 6
DIOS no es impersonal.
Para desafiar la concepción impersonal de la Suprema Personalidad de Dios, aquí se da un análisis sistemático de la constitución fisiológica y anatómica de Su cuerpo trascendental. Queda claro de la descripción que se encuentra disponible acerca del cuerpo del Señor (Su forma universal) que la forma del Señor es distinta de las formas que concibe la concepción mundana ordinaria. Sea como sea, Él nunca es un vacío sin forma. La ignorancia es lo contrario del Señor, y, por lo tanto, la ignorancia de la clase de hombres poco inteligentes tampoco está apartada de la concepción que pueda tenerse de Su cuerpo. Como Su cuerpo es el todo completo de todo lo que existe, uno no puede aseverar que Él es únicamente impersonal. Por el contrario, la descripción perfecta del Señor sostiene que Él es tanto impersonal como personal, simultáneamente. La Personalidad de Dios es el aspecto original del Señor, y Su emanación impersonal no es más que el reflejo de Su cuerpo trascendental. Aquellos que son lo suficientemente afortunados como para tener una visión del Señor desde la parte delantera, pueden entender plenamente Su aspecto personal, mientras que aquellos que están frustrados y que, por ello, son mantenidos en el lado de la ignorancia, o, en otras palabras, aquellos que tienen la visión del Señor por la espalda, lo entienden en Su aspecto impersonal.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 6 – Texto 10.
¿Por qué debemos adorar al Señor cuando todo no es más que el propio Señor?
Los impersonalistas arguyen que no hay beneficio alguno en adorar al Señor, si todo no es más que el propio Señor. El personalista, sin embargo, adora al Señor debido a un gran sentido de gratitud, utilizando los ingredientes que nacen de las extremidades corporales del Señor. Las frutas y las flores se obtienen del cuerpo de la Tierra, y, sin embargo, el devoto sensato adora a la madre Tierra con ingredientes que nacen de la Tierra. En forma similar, a la madre Ganges se le adora mediante el agua del Ganges y, sin embargo, el adorador disfruta del resultado de esa adoración. La adoración del Señor también se realiza con los ingredientes que nacen de las extremidades corporales del Señor, y, no obstante, el adorador, que es en sí una parte del Señor, obtiene el beneficio del servicio devocional que se le presta al Señor. Mientras que el impersonalista concluye erróneamente que él mismo es el Señor, el personalista, movido por una gran gratitud, adora al Señor mediante el servicio devocional, sabiendo perfectamente bien que nada es diferente del Señor. Por lo tanto, el devoto se esfuerza por aplicar todo en el servicio del Señor, debido a que sabe que todo es propiedad del Señor, y que nadie puede decir que algo le pertenece. Esa concepción perfecta de identidad; ayuda al adorador a dedicarse a Su servicio amoroso, mientras que el impersonalista, estando falsamente envanecido, continúa siendo un no devoto por siempre, sin ser reconocido por el Señor.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 6 – Texto 23.
No debemos fomentar una vida sexual en el mundo material más allá de lo necesario.
Los genitales y el placer de procrear compensan las dificultades asociadas a las responsabilidades familiares. Si no fuera por la gracia divina que cubre los genitales con una sustancia que da placer, dejaríamos de procrear. Esta sustancia ofrece un placer tan intenso que compensa completamente las cargas de las obligaciones familiares. Una persona se encuentra tan cautivada por esta sustancia que no se conforma con tener un solo hijo, sino que concibe más, a pesar de los considerables riesgos que implica su crianza, simplemente por esta fuente de placer. Aunque esta sustancia se deriva del cuerpo trascendental del Señor, no es falsa. En otras palabras, esta sustancia que proporciona placer es realmente una realidad, pero ha adoptado una forma pervertida debido a la contaminación material. En el mundo material, la vida sexual es motivo de mucha angustia debido al contacto material. Por consiguiente, no se debe promover el sexo más allá de lo necesario en el mundo material. La procreación es indispensable, incluso en el mundo material, pero debe realizarse respetando plenamente los valores espirituales. Estos valores pueden manifestarse en la forma humana de existencia material, por lo que se debe considerar la planificación familiar en referencia a dichos valores espirituales, y no de otra manera. El uso de anticonceptivos y similares como forma de restricción familiar degradada es la forma más cruda de contaminación material. Aquellos materialistas que emplean estos dispositivos buscan exprimir al máximo el placer proporcionado por los genitales a través de medios artificiales, sin comprender su importancia espiritual. Debido a su falta de comprensión de los valores espirituales, las personas menos inteligentes buscan solamente el placer material brindado por los genitales.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 6 – Texto 8.
¿Cómo se puede lograr la paz en este mundo?
La mayoría de las personas anhela paz mental o en el mundo, pero carecen del conocimiento sobre cómo alcanzarla. Esta paz se logra a través de sacrificios y la práctica de la austeridad. En el Bhagavad-gita (5.29) se prescribe:
bhoktaram yajna-tapasam sarva-loka-mahesvaram
suhrdam sarva-bhutanam jnatva mam santim rcchati
«Los karma-yoguis entienden que el Señor Supremo es el verdadero beneficiario y el guardián de todos los sacrificios y la vida austera. También reconocen que Él es el propietario de todos los planetas y el amigo de todas las entidades vivientes. Este entendimiento transforma gradualmente a los karma-yoguis en devotos puros del Señor, a través de su relación con los devotos no liberados, permitiéndoles así liberarse de la esclavitud material.»
Brahma, el ser viviente original en el mundo material, nos enseñó el camino del sacrificio. La palabra «sacrificio» implica dedicar nuestros propios intereses al bienestar de otros. Este es el fundamento de todas las actividades. Cada individuo sacrifica sus intereses por los demás, ya sea en familia, sociedad, comunidad o incluso a nivel nacional. Sin embargo, la perfección de estos sacrificios se alcanza cuando se realizan en beneficio de la Persona Suprema, el Señor. Dado que el Señor es el propietario de todo, el amigo de todas las criaturas y el guardián de quien lleva a cabo el sacrificio, así como el proveedor de los elementos para estos sacrificios, es solo Él quien debe ser complacido en cada sacrificio.
El mundo entero destina esfuerzos al avance educativo, la elevación social, el desarrollo económico y la mejora de la condición humana, pero pocos están dispuestos a sacrificarse por el bienestar del Señor, como se aconseja en el Bhagavad-gita. Por lo tanto, no hay paz en el mundo. Si se busca paz, es necesario practicar el sacrificio en interés del Propietario Supremo y amigo de todos.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 6 – Texto 28
La Absoluta Personalidad de Dios no tiene ni lujuria ni ira.
Cuando el Señor Śiva se encontraba ocupado en una severa y austera meditación, Cupido, el semidiós de la lujuria, lanzó su flecha de deseo sexual. El Señor Śiva, enfureciéndose por ello con Cupido, le lanzó una mirada iracunda, y de inmediato el cuerpo de Cupido fue aniquilado. Si bien el Señor Śiva era así de poderoso, no podía librarse de los efectos de esa ira. Pero en el comportamiento del Señor Viṣṇu jamás se tiene evidencia de tal ira. Por el contrario, Bhṛgu Muni puso a prueba la tolerancia del Señor al patear a propósito Su pecho, pero el Señor, en vez de enfurecerse con Bhṛgu Muni, imploró su perdón, diciendo que quizá la pierna de Bhṛgu Muni se había herido seriamente debido a que Su pecho es muy duro. El Señor tiene la marca del pie de Bhṛgu-pāda como el signo de su tolerancia. Por lo tanto, el Señor nunca es afectado por ninguna clase de ira, así que, ¿cómo puede haber lugar alguno para la lujuria que es menos fuerte que la ira? Cuando la lujuria o el deseo no es complacido, aparece la ira, pero en ausencia de la ira, ¿cómo puede haber lugar alguno para la lujuria? El Señor es conocido como āpta-kāma, o aquel que puede cumplir Sus deseos por Sí Mismo. Él no necesita de la ayuda de nadie para satisfacer Sus deseos. El Señor es ilimitado, y, por lo tanto, Sus deseos son también ilimitados. Todas las entidades vivientes, a excepción del Señor, están limitadas en todo aspecto; entonces ¿cómo puede lo limitado satisfacer los deseos de lo ilimitado? Se concluye que, la Absoluta Personalidad de Dios no tiene lujuria ni ira, e incluso si algunas veces hay una muestra de lujuria e ira por parte del Absoluto, ha de considerarse como una absoluta bendición.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 7 – Texto 7
Le señor Ramacandra es una encarnación completa con seis opulencias.
El Señor Rāma es la Suprema Personalidad de Dios, y Sus hermanos, a saber, Bharata, Lakṣmaṇa y Śatrughna, son Sus expansiones plenarias. Los cuatro hermanos son viṣṇu-tattva, y nunca fueron seres humanos ordinarios. Existen muchos comentaristas del Rāmāyaṇa, inescrupulosos e ignorantes, que presentan a los hermanos menores del Señor Rāmacandra como entidades vivientes ordinarias. Pero aquí en el Śrīmad-Bhāgavatam, la Escritura más auténtica acerca de la ciencia de Dios, se afirma claramente que Sus hermanos eran Sus expansiones plenarias. Originalmente, el Señor Rāmacandra es la encarnación de la expansión Vāsudeva de la Personalidad de Dios, Lakṣmaṇa es la encarnación de la expansión Saṅkarṣana, Bharata es la encarnación de la expansión Pradyumna, y Śatrughna es la encarnación de la expansión Aniruddha de la Personalidad de Dios. Lakṣmījī Sītā es la potencia interna del Señor y, ni es una mujer ordinaria, ni es Durgā, la encarnación de la potencia externa. Durgā es la potencia externa del Señor, y ella está asociada con el Señor Śiva.
Como se afirma en el Bhagavad-gītā (4.7), el Señor aparece cuando hay desviaciones en el desempeño de la verdadera religión. El Señor Rāmacandra también apareció bajo las mismas circunstancias, acompañado por Sus hermanos que son expansiones de la potencia interna del Señor, y por Lakṣmījī Sītādevī.
El Señor Rāmacandra recibió la orden de Su padre, Mahārāja Daśaratha, de abandonar el hogar para ir al bosque, bajo circunstancias difíciles, y el Señor, como hijo ideal de Su padre, llevó a cabo la orden, incluso ante la ocasión en que iba a ser declarado rey de Ayodhyā. Uno de Sus hermanos menores, Lakṣmaṇajī, deseó ir con Él, y también Su esposa eterna Sītājī, deseó ir con Él. El Señor accedió a sus deseos, y todos juntos entraron en el bosque Daṇḍakāraṇya, para vivir ahí durante catorce años. Durante su estadía en el bosque, hubo una pelea entre Rāmacandra y Rāvaṇa, y este último raptó a Sītā, la esposa del Señor. La pelea concluyó con la derrota del muy poderoso Rāvaṇa, juntamente con todo su reino y con toda su familia.
Sītā es Lakṣmījī, o la diosa de la fortuna, pero ningún ser viviente habrá de disfrutarla nunca. Ella está destinada a ser adorada por los seres vivientes juntamente con su esposo, Śrī Rāmacandra. Un hombre materialista como Rāvaṇa, no entiende esta gran verdad y, por el contrario, desea llevarse a Sītādevī de la custodia de Rāma, a raíz de lo cual se atrae grandes sufrimientos. Los materialistas, que persiguen la opulencia y la prosperidad material, deben tomar lecciones del Rāmāyaṇa y saber que la política de explotar la naturaleza del Señor sin reconocer la supremacía del Señor Supremo, es la política de Rāvaṇa. Rāvaṇa gozaba de una gran prosperidad material, hasta el punto en que transformó su reino, Laṅkā, en oro puro, o en plena riqueza material. Pero debido a que Rāvaṇa no reconoció la supremacía del Señor Rāmacandra y lo desafió robándole a Su esposa Sītā, fue matado y toda su opulencia y poder fueron destruidos.
El Señor Rāmacandra es una encarnación plena, con seis opulencias en pleno, y, por lo tanto, se le menciona en este verso como kaleśaḥ, o amo de toda opulencia.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 7 – Texto 23.
Salir con mujeres es una carga innecesaria que impide la autorrealización.
El Señor, fuente de toda existencia, es también el origen de todas las austeridades y penitencias. Los sabios hacen grandes votos de austeridad para alcanzar el éxito en la autorrealización. La vida humana está destinada a esta tapasya, con el gran voto del celibato, o brahmacarya. En la rígida vida de tapasya, no hay lugar para los encuentros con mujeres. Puesto que la vida humana está destinada a tapasya, la autorrealización, la verdadera civilización humana, tal como la concibe el sistema sanatana-dharma o la escuela de las cuatro castas y los cuatro órdenes de la vida, prescribe una rígida disociación de las mujeres en tres etapas de la vida. En el orden del desarrollo cultural progresivo, la vida puede dividirse en cuatro etapas: celibato, vida familiar, retiro y renuncia. Durante la primera etapa de la vida, hasta los veinticinco años, un hombre puede formarse como brahmacari bajo la guía de un maestro espiritual legítimo, simplemente para comprender que la mujer es la verdadera fuerza que nos ata a la existencia material. Si uno quiere liberarse de los lazos materiales de la vida condicionada, debe liberarse de la atracción hacia la forma de la mujer. La mujer, también llamada el sexo débil, es el principio hechizante de los seres vivientes, mientras que la forma masculina, especialmente en los seres humanos, está destinada a la autorrealización. El mundo entero está bajo la atracción de lo femenino, y tan pronto como un hombre se une a una mujer, se convierte inmediatamente en un prisionero de la esclavitud material, atado con un nudo apretado. El deseo de dominar el mundo material bajo la influencia de un falso sentido de superioridad es particularmente evidente después de que un hombre une sus fuerzas con una mujer. El deseo de adquirir una casa, poseer tierras, tener hijos, ocupar una posición elevada en la sociedad, el apego a la propia comunidad y al lugar de nacimiento, así como la sed de riqueza, todos estos elementos ilusorios estorban al ser humano y le impiden alcanzar la realización personal, el verdadero objetivo de la vida. El brahmacari, o el niño pequeño a partir de los cinco años, especialmente si pertenece a las castas superiores, como los hijos de eruditos (brahmanes), administradores (ksatriyas), comerciantes u obreros (vaisyas), se educa hasta los veinticinco años bajo la supervisión de un gurú o un auténtico maestro, y con estricto respeto a la disciplina. Llega a comprender los valores de la vida mientras recibe una formación específica para ganarse la vida. A continuación, el brahmacari puede regresar a casa, convertirse en cabeza de familia y casarse con una mujer adecuada. Sin embargo, hay muchos brahmacaris que no regresan a casa para formar una familia, sino que continúan su vida como naisthika-brahmacaris, sin ninguna conexión con las mujeres. Eligen la orden de sannyasa, o la orden de vida de abnegación, sabiendo muy bien que la relación con mujeres es una carga innecesaria que obstaculiza la autorrealización. Dado que el deseo sexual es muy fuerte en cierta etapa de la vida, el gurú puede permitir que el brahmacari se case; este permiso se concede a un brahmacari que es incapaz de seguir el camino de naisthika-brahmacarya, y tales excepciones son posibles para un gurú de buena fe. Es necesario un programa de planificación familiar. El cabeza de familia que se asocia con una mujer de acuerdo con las restricciones de las escrituras, después de recibir una formación completa en brahmacarya, no puede ser un cabeza de familia ordinario, como lo son los gatos y los perros. Después de cincuenta años, tal cabeza de familia se retira de la unión con mujeres para adoptar la vida de vanaprastha, con el fin de prepararse para vivir solo, sin la compañía femenina. Una vez completado el entrenamiento, el mismo cabeza de familia retirado adopta la orden de sannyasi, estando estrictamente separado de las mujeres, incluso de su propia esposa. Cuando se estudia todo el sistema de disociación de las mujeres, resulta que la mujer es un obstáculo para la autorrealización, y que el Señor apareció como Narayana para enseñar el principio de la disociación de las mujeres mediante un voto de vida. Los semidioses, celosos de la vida austera de los rígidos brahmacaris, intentaron hacerles romper sus votos enviándoles soldados de Cupido. Pero en el caso del Señor, este intento fue en vano cuando las bellezas celestiales se dieron cuenta de que el Señor podía crear innumerables bellezas semejantes por Su poder místico interior, y por lo tanto no había necesidad de ser atraído por otros de fuera. Un proverbio común dice que un confitero nunca es atraído por los dulces. Del mismo modo, el Señor, por Su poder de placer, puede crear innumerables bellezas espirituales y de ninguna manera es atraído por las falsas bellezas de la creación material. El que ignora esto afirma tontamente que el Señor Krishna amaba a las mujeres en Su rasa-lila en Vrindavana, o con Sus dieciséis mil esposas de Dvaraka.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 7 – Texto 6.
El conocimiento trascendental Védico emana directamente de la personalidad de Dios.
Se puede afirmar que Sukadeva Gosvami no es la única autoridad sobre el conocimiento perfecto de la trascendencia, pues existen muchos otros sabios y sus discípulos. Contemporáneos o incluso anteriores a Vyasadeva, varios grandes sabios, como Gautama, Kanada, Jaimini, Kapila y Astavakra, también presentaron sus propios caminos filosóficos. Patanjali también pertenece a este grupo, y cada uno de estos seis sabios tiene su propia perspectiva, al igual que los filósofos y especuladores intelectuales modernos. La distinción entre los seis senderos filosóficos propuestos por estos renombrados sabios y el de Sukadeva Gosvami, tal como se desarrolla en el Srimad-Bhagavatam, radica en que los seis sabios mencionados expresan sus ideas de acuerdo a sus propias reflexiones, mientras que Sukadeva Gosvami transmite el conocimiento que proviene directamente de Brahmaji, conocido como atma-bhuh, o nacido de, y educado por la Todopoderosa Personalidad de Dios.
El conocimiento védico trascendental proviene directamente de la Personalidad de Dios. A traves de Su misericordia, Brahma, el primer ser viviente en el universo, fue iluminado. De Brahmaji, Narada fue iluminado, y de Narada, Vyasa también fue iluminado. Sukadeva Gosvami obtuvo este conocimiento trascendental directamente de su padre, Vyasadeva. Así, el conocimiento que se transmite dentro de la cadena de sucesión de discípulos es perfecto. Uno no puede ser un maestro espiritual perfecto sin haber recibido este conocimiento a través de esta sucesión. Este es el secreto de recibir el conocimiento trascendental. Los seis grandes sabios mencionados pueden ser grandes pensadores, pero su conocimiento, derivado de la especulación mental, no es perfecto. Por muy hábil que sea un filósofo empírico a la hora de desarrollar una tesis filosófica, tal conocimiento sigue siendo imperfecto porque emana de una mente falible. Estos grandes sabios tienen su propia cadena de sucesión, pero no están autorizados porque su conocimiento no procede directamente de la Suprema Personalidad independiente, Narayana. Nadie puede ser independiente excepto Narayana; por lo tanto, el conocimiento de cualquiera no puede ser perfecto, porque depende de la mente inestable. Siendo la mente material, el conocimiento proporcionado por los especuladores materiales nunca puede ser trascendental o perfecto. Los filósofos mundanos, que son ellos mismos imperfectos, no están de acuerdo, porque un filósofo así no es genuino si no propone su propia teoría. Las personas inteligentes como Maharaja Pariksit no reconocen a estos especuladores mentales, por muy grandes que sean, sino que escuchan a autoridades como Sukadeva Gosvami, que no es diferente de la Suprema Personalidad de Dios según el sistema parampara, como subraya especialmente el Bhagavad-gita.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 8 – Texto 25.
El Señor reside en el corazón de cada uno de nosotros como testigo.
El Bhagavad-gītā confirma que el Señor reside en el corazón de todos como testigo, y como tal, Él es el director supremo de la aprobación. El director no es el que disfruta directamente de los frutos de la acción, pero sin la aprobación del Señor nadie puede disfrutar. Por ejemplo, en un zona en la que se prohíba el consumo de licores, el beodo adicto le presenta una petición al director de bebidas, y este, considerando su caso, aprueba solo una cierta cantidad de licor que el beodo puede consumir. De la misma manera, el mundo material está lleno de seres que, en esencia, son como adictos al deseo de disfrutar, ya que cada entidad viviente persigue intensamente la realización de sus anhelos. El Señor Todopoderoso, quien es bondadoso con todos, satisface los deseos de las entidades vivientes, tal cual un padre lo haría con su hijo. Sin embargo, en este proceso, el ser viviente no disfruta realmente, sino que se convierte en un sirviente de los caprichos de su cuerpo, sin obtener un provecho real. El adicto no obtiene beneficios del alcohol, pero al convertirse en esclavo de su hábito y no desear abandonarlo, el compasivo Señor le proporciona todas las facilidades para satisfacer esos deseos.
Los impersonalistas sugieren liberarse de los deseos, y otros proponen eliminarlos por completo. Esto es imposible; nadie puede erradicar totalmente sus deseos, ya que desear es una característica fundamental de la vida. Si un ser viviente no tuviera deseos, estaría muerto, y, en cambio, sigue vivo. Así, vida y deseo son inseparables. La perfección de los deseos puede alcanzarse cuando uno anhela servir al Señor, quien desea que todo ser vivo abandone sus deseos egoístas y coopere con Sus anhelos. Esta es la enseñanza final del Bhagavad-gītā. Brahmājī aceptó esta proposición, por lo que se le confió la responsabilidad de crear poblaciones en el vasto universo. Ser uno con el Señor significa alinear los deseos propios con los del Señor Supremo, lo que constituye la perfección de todas las aspiraciones.
El Señor, como la Superalma que habita en el corazón de cada ser viviente, conoce los pensamientos de cada uno, y nadie actúa sin que Él lo sepa. A través de Su inteligencia superior, el Señor ofrece a todos la oportunidad de satisfacer plenamente sus deseos, y la reacción resultante también es determinada por Él.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 09 – Texto 25
Las particularidades del mundo espiritual.
El mundo trascendental, o la atmósfera de Vaikuntha, está enriquecido con cualidades trascendentales. Estas cualidades trascendentales, tal como se revelan a través del servicio devocional al Señor, son distintas de las cualidades mundanas como la ignorancia, la pasión y la bondad. Tales cualidades sólo pueden ser alcanzadas por hombres devotos. En el Padma Purana, Uttara-khanda, se dice que más allá del cuarto material de la creación de Dios están los tres cuartos espirituales de la manifestación. La línea divisoria entre la manifestación material y la espiritual es el río Viraja. Más allá del Viraja, que es una corriente trascendental que fluye de la transpiración del cuerpo del Señor, están las tres cuartas partes de la manifestación de la creación de Dios. Esta parte es eterna, imperecedera, sin deterioro e ilimitada, y contiene el estado de perfección más elevado de las condiciones de vida. En el Sankhya-kaumudi se dice que la bondad pura o trascendencia es justo lo contrario de los modos de influencia materiales. Todas las entidades vivientes están eternamente unidas a ella sin ruptura alguna, y el Señor es la entidad principal y primordial. También en los Agama Puranas se describe así la morada trascendental: Los miembros son libres de ir a cualquier parte de la creación del Señor, y no hay límite para esa creación, especialmente en la región de tres cuartos de magnitud. Puesto que la naturaleza de esta región es ilimitada, no existe una historia de esta cohesión, ni final. De ello se deduce que, debido a la ausencia total de cualidades terrenales como la ignorancia y la pasión, no hay cuestión de creación ni de aniquilación. En el reino trascendental no hay ni creación ni destrucción, y la duración de la vida es, por tanto, eterna e ilimitada. En otras palabras, todo en el mundo trascendental es eterno, lleno de conocimiento y plenitud sin deterioro. Puesto que no hay deterioro, no hay pasado, presente ni futuro en la estimación del tiempo. Este versículo indica claramente que la influencia del tiempo brilla por su ausencia. Toda la existencia material se manifiesta a través de las acciones y reacciones de los elementos que hacen que la influencia del tiempo sea prominente con respecto al pasado, presente y futuro. No existen tales acciones y reacciones de causa y efecto, y por lo tanto el ciclo de nacimiento, crecimiento, existencia, transformaciones, deterioro y aniquilación -los seis cambios materiales- no existe en este mundo espiritual. Es la manifestación inalterada de la energía del Señor, sin la ilusión que experimentamos aquí en el mundo material. Toda la existencia de Vaikuntha proclama que aquí todos son discípulos del Señor. El Señor es el gobernante principal, sin ninguna competencia por el liderazgo, y la gente en general son todos discípulos del Señor. Los Vedas confirman así que el Señor es el gobernante principal y que todas las demás entidades vivientes están subordinadas a él, pues sólo el Señor satisface todas las necesidades de todas las demás entidades vivientes.
Todos los habitantes de Vaikunthaloka poseen características corporales espirituales únicas que no se encuentran en el mundo material. Estas descripciones se encuentran en escrituras sagradas como el Srimad-Bhagavatam. Los escritos impersonales sobre la trascendencia indican que las características corporales de Vaikunthaloka no pueden observarse en ningún otro lugar del universo. Al igual que las diferentes regiones de un planeta tienen características corporales distintas, también los habitantes de Vaikunthaloka tienen peculiaridades anatómicas totalmente diferentes de las de los seres del mundo material. Por ejemplo, tener cuatro manos es una característica que difiere de la norma a la que estamos acostumbrados con nuestros simples pares de manos.
Se cree que en los planetas de Vaikuntha también hay aeronaves resplandecientes, ocupadas por los grandes devotos del Señor junto a damas de belleza celestial tan brillantes como relámpagos. Al igual que hay aeronaves, debe haber diferentes tipos de vehículos, pero no tienen por qué ser máquinas impulsadas por motor, como hemos conocido en este mundo. Puesto que todo es de la misma naturaleza de eternidad, bienaventuranza y conocimiento, las aeronaves y vehículos poseen la misma cualidad que Brahman. Aunque no hay nada más que Brahman, uno no debe pensar erróneamente que sólo hay vacío y ninguna variedad. Tal pensamiento se debe a la falta de conocimiento, de lo contrario nadie tendría una idea tan errónea de la vacuidad en Brahman. Así como hay aviones, damas y caballeros, debe haber ciudades, casas y todo lo que es apropiado para los planetas particulares. No hay que llevar las ideas de imperfección de este mundo al mundo trascendental y no tener en cuenta la naturaleza de la atmósfera, que está completamente libre de la influencia del tiempo, etc.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 9 – Textos 10, 11 y 13.
¿Penitencia para la realización personal o gratificación de los sentidos?
Existen dos tipos de penitencia: una orientada a la gratificación de los sentidos y otra a la autorrealización. Hay muchos pseudo místicos que practican severas penitencias para su propia satisfacción, mientras que otros lo hacen para complacer al Señor. Por ejemplo, las penitencias realizadas con el fin de descubrir armas nucleares jamás satisfarán al Señor, dado que no son intrínsecamente satisfactorias. Por la naturaleza misma, cada ser tiene que enfrentarse a la muerte, y si dicho proceso se acelera mediante las penitencias de una persona, esto no brinda satisfacción al Señor. Él desea que cada una de Sus criaturas alcance la vida eterna y la dicha regresando a Su lado, y toda la creación material está destinada a este fin. Brahma se sometió a rigurosas penitencias con este propósito, buscando regular el proceso de creación para la satisfacción del Señor. En consecuencia, el Señor estuvo muy complacido con él, y como resultado recibió el conocimiento Védico. El objetivo supremo del conocimiento Védico es comprender al Señor, no utilizarlo para otros fines. Aquellos que no emplean este conocimiento para tal propósito son llamados kuta-yogis, es decir, pseudo trascendentalistas que pierden su existencia en la búsqueda de pensamientos desacertados.
No se puede disfrutar de la prosperidad material ilusoria si se desea regresar a Dios. Quien carece de conocimiento sobre la felicidad trascendental en la compañía del Señor a menudo busca disfrutar de esta efímera felicidad material. En el Caitanya-caritamrta se indica que alguien que desea sinceramente ver al Señor mientras al mismo tiempo anhela disfrutar de este mundo material es considerado simplemente un necio. Quien desea permanecer en el mundo material para el placer material no tiene nada que hacer en el reino eterno de Dios. El Señor, acordándole Su favor, le quita todo a ese devoto necio que ansía recuperar lo que tiene en el mundo material. Ante tales fracasos en la prosperidad material, el devoto necio se convierte en objeto de desaprobación por parte de su familia y amigos. En el ámbito material, las personas son valoradas por su éxito en acumular riqueza por cualquier medio. Así, el devoto imprudente se ve forzado a una penitencia por la gracia del Señor, y al final, se convierte en alguien completamente feliz al dedicarse al servicio del Señor. Por lo tanto, la penitencia en el servicio devocional ya sea de manera voluntaria o impuesta por el Señor, es esencial para alcanzar la perfección; esta penitencia es, en sí misma, la fuerza interna del Señor.
Sin embargo, no se puede practicar la penitencia en el servicio devocional sin estar completamente libre de toda culpa. Como se menciona en el Bhagavad-gita, solo quien está totalmente libre de reacciones pecaminosas puede dedicarse a la adoración del Señor. Brahmaji, al estar libre de pecado, cumplió fielmente la instrucción del Señor, «tapa tapa», y el Señor, satisfecho, le otorgó el resultado deseado. Así, solo el amor, combinado con la penitencia, puede complacer al Señor, permitiendo al devoto alcanzar Su plena misericordia. Él guía a los sin pecado, y el devoto inocente logra la máxima perfección en la vida.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 09 – Textos 20 y 23.
Uno puede prestar servicio al Señor procreando una descendencia capaz de alcanzar la salvación.
El placer celestial para el alma condicionada es el placer sexual, y ese placer se saborea mediante el órgano genital. La mujer es el objeto del placer sexual, y tanto la percepción de los sentidos que procede del placer sexual, como la mujer, están controladas por el Prajāpati, quien se encuentra bajo el control del órgano genital del Señor. El impersonalista debe aprender con este verso que el Señor no es impersonal, pues Él tiene Su órgano genital, del cual dependen todos los objetos placenteros de la vida sexual. Sin el sabor del néctar celestial a través de las relaciones sexuales, nadie perdería el tiempo criando hijos. Este mundo material es creado para dar a las almas condicionadas una oportunidad de rejuvenecer para volver a casa, a Dios, y por ello la generación de seres vivientes es necesaria para mantener el propósito de la creación. El placer sexual incita a tales acciones, y en este contexto, uno puede incluso servir al Señor a través de este acto. El servicio se contabiliza cuando los niños nacidos de este placer son debidamente instruidos en la conciencia de Dios. El propósito de la creación material es revivir la conciencia de Dios, que está latente en la entidad viviente. En otras formas de vida, predomina el placer sexual sin ninguna intención de servir a la misión del Señor. En cambio, en la forma humana, el alma condicionada tiene la capacidad de servir al Señor procreando descendencia capaz de alcanzar la salvación. Es posible engendrar muchos hijos disfrutando del placer celestial de las relaciones sexuales, siempre que puedan ser educados en la conciencia de Dios. De lo contrario, engendrar hijos equivale a un comportamiento bestial. El cerdo, por ejemplo, es más prolífico que el ser humano, pudiendo tener una docena de lechones a la vez, mientras que el ser humano sólo puede dar a luz a un hijo cada vez. Por lo tanto, es crucial recordar que los genitales, el placer sexual, la esposa y la descendencia están relacionados con el servicio al Señor. Aquel que omite esta relación en el servicio al Señor Supremo se encuentra sometido a las tres miserias de la existencia material por las leyes de la naturaleza. La percepción del placer sexual está presente incluso en el cuerpo canino, pero sin conciencia de Dios. La forma humana se distingue de la del perro por esta percepción de la conciencia de Dios.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 10 – Texto 26.
Los seres humanos tienen la oportunidad de regresar a su estado original de vida gracias a las escrituras reveladas.
Como hemos mencionado en varias ocasiones, existen dos tipos de entidades vivientes. La mayoría de ellas están siempre liberadas, o nitya-muktas, mientras que algunas otras permanecen siempre condicionadas. Las almas condicionadas tienden a desarrollar una mentalidad de dominio o control sobre la naturaleza material, por lo tanto, la creación cósmica se manifiesta para ofrecerles dos tipos de facilidades. Una de estas facilidades permite que el alma condicionada actúe según su inclinación a dominar sobre la manifestación cósmica, y la otra le brinda la oportunidad de retornar a Dios. Así, tras la disolución de la manifestación cósmica, la mayoría de las almas condicionadas se funden en la existencia de la Maha-Vishnu, quien permanece en su sueño místico, esperando ser creadas de nuevo en la próxima creación. Sin embargo, algunas almas condicionadas, que escuchan el sonido trascendental de las escrituras védicas y logran volver a Dios, obtienen cuerpos espirituales originales al dejar atrás sus cuerpos materiales, tanto burdos como sutiles. Estos cuerpos materiales se desarrollan porque las entidades vivientes han olvidado de su relación con Dios, y a lo largo de la manifestación cósmica, las almas condicionadas tienen la oportunidad de restablecer su estado original de vida a través de las escrituras reveladas, compuestas con misericordia por el Señor en sus diversas encarnaciones. Leer o escuchar tales literaturas trascendentales facilita la liberación, incluso en un estado condicionado de existencia material. Todas las literaturas védicas están orientadas hacia el servicio devocional a la Personalidad de Dios, y en el momento en que uno se enfoca en este propósito, se libera de inmediato de la vida condicionada. Las formas materiales burdas y sutiles son simplemente el resultado de la ignorancia del alma condicionada; tan pronto como se centra en el servicio devocional del Señor, se vuelve elegible para ser liberada del estado condicionado. Este servicio devocional atrae trascendentalmente al Supremo, ya que Él es la fuente de todos los deleites. Todos buscan algún tipo de placer, pero no conocen la fuente suprema de toda atracción (raso vai sah rasam hy evayam labdhvanandi bhavati). Los himnos védicos revelan a todos la fuente suprema de todo placer; esa fuente ilimitada de deleite es la Personalidad de Dios, y quien tiene la fortuna de recibir esta información a través de las literaturas trascendentales, como el Srimad-Bhagavatam, se libera permanentemente para ocupar su lugar en el reino de Dios.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 10 – Texto 6
Sucesión de discípulos de Brahma-Sampradaya.
Brahma es el receptor directo del conocimiento védico sobre la Personalidad de Dios. Aquellos que cumplen con sus responsabilidades en la sucesión discipular de Brahma tienen asegurada la celebridad en esta vida y salvación en la próxima. Esta sucesión se llama Brahma-sampradaya y se transmite de la siguiente manera: Brahma, Narada, Vyasa, Madhva Muni (Purnaprajna), Padmanabha, Nrhari, Madhava, Aksobhya, Jayatirtha, Jnanasindhu, Dayanidhi, Vidyanidhi, Rajendra, Jayadharma, Purusottama, Brahmanyatirtha, Vyasatirtha, Lakshmipati, Madhavendra Puri, Isvara Puri, Sri Caitanya Mahaprabhu, Svarupa Damodara y Sri Rupa Gosvami, junto a otros como Sri Raghunatha dasa Gosvami, Krishnadasa Gosvami, Narottama dasa Thakura, Visvanatha Cakravarti, Jagannatha dasa Babaji, Bhaktivinoda Thakura, Gaurakisora dasa Babaji, Srimad Bhaktisiddhanta Sarasvati y A. C. Bhaktivedanta Swami. Esta línea de sucesión discipular desde Brahma es espiritual, en contraste con la sucesión genealógica desde Manu, que es material, aunque ambas se dirigen progresivamente hacia la misma meta: la conciencia de Krishna.
El Señor Brahma es el orador original, el primero en transmitir la sabiduría védica a Narada, quien luego actúa como predicador del conocimiento trascendental a nivel mundial a través de sus diversos discípulos, como Vyasa y otros. Los seguidores de la sabiduría védica consideran las declaraciones de Brahmaji como la verdad fundamental, y el conocimiento trascendental ha sido transmitido a través del tiempo por medio de la sucesión discipular desde el inicio de la creación. El Señor Brahma es un ser viviente perfectamente liberado en el mundo material, y cualquier estudiante sincero del conocimiento trascendental debe aceptar las palabras y afirmaciones de Brahmaji como infalibles. La sabiduría védica es infalible porque proviene directamente del Señor Supremo al corazón de Brahma, y dado que él es el ser más perfecto, Brahmaji siempre tiene razón en sus expresiones. Esto se debe a que el Señor Brahma es un gran devoto que ha aceptado con fervor los pies de loto del Señor como la verdad suprema. En el Brahma-samhita, compilado por Brahmaji, se repite el aforismo «govindam adi-purusam tam aham bhajami»: «Soy un adorador de la personalidad original de Dios, Govinda, el Señor primigenio». Por lo tanto, todo lo que él dice, piensa y hace en su estado de ánimo debe ser aceptado como verdad debido a su conexión directa y profunda con Govinda, el Señor primigenio. Sri Govinda, quien acepta con agrado el amoroso servicio trascendental de Sus devotos, protege completamente las palabras y acciones de estos. El Señor dice en el Bhagavad-gita (9.31), «kaunteya pratijanihi»: «Oh hijo de Kunti, por favor, decláralo». El Señor le pide a Arjuna que lo declare, y ¿por qué? Porque a veces lo que dice Govinda puede parecer contradictorio para las criaturas mundanas, pero estas jamás encontrarán contradicción si las palabras vienen de los devotos del Señor, quienes están especialmente protegidos por Él para mantener su infalibilidad. Por lo tanto, el proceso de servicio devocional siempre se inicia en el servicio ofrecido a un devoto surgido de la sucesión discipular. Los devotos siempre están liberados, aunque eso no implica que sean impersonales. El Señor es una persona eternamente, y el devoto del Señor también lo es. Dado que el devoto mantiene sus órganos sensoriales incluso en su estado de liberación, sigue siendo siempre una persona. Y puesto que el servicio del devoto es aceptado por el Señor en plena reciprocidad, el Señor también es una persona en Su completa encarnación espiritual. Los sentidos del devoto, al estar dedicados al servicio del Señor, nunca se desvían bajo la atracción de los placeres materiales engañosos. Los esfuerzos del devoto nunca son en vano, gracias a su fiel apego al servicio del Señor. Este es el estándar de perfección y liberación. Cualquier persona, desde Brahmaji hasta el ser humano, es colocada inmediatamente en el sendero de la liberación simplemente por su serio apego al Señor Supremo, Sri Krishna, el Señor primigenio.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Tercer Canto, Capítulo 13 – Texto 08 A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Segundo Canto, Capítulo 06 – Texto 34
Las literaturas védicas también ofrecen guías sobre cómo llevar a cabo una existencia material de manera adecuada.
Estas escrituras no solo están repletas de enseñanza espiritual, sino que también brindan instrucciones sobre cómo conducir una vida material en función del objetivo final de la perfección espiritual. Devahuti, por lo tanto, le preguntó a su esposo cómo prepararse para la vida sexual según las directrices védicas. Esta vida tiene como propósito la procreación de buenos hijos. Las pautas para generar buenos descendientes están detalladas en el kama-sastra, que prescribe los arreglos precisos para una vida sexual digna. Las escrituras especifican todo lo necesario: el tipo de casa y decoraciones que deben existir, el vestuario de la esposa, cómo debe embellecerse con ungüentos, esencias y otros atractivos, entre otros aspectos. Cumpliendo con estos requisitos, el marido se sentirá atraído por la belleza de su esposa, creando así una situación mental favorable. El estado mental en el momento de la vida sexual se transfiere al vientre de la esposa, y de ese embarazo surgirán buenos hijos. Hay una mención particular de las características físicas de Devahuti, quien, al haber adelgazado, temía que su cuerpo no fuera lo suficientemente atractivo para Kardama. Deseaba recibir instrucción sobre cómo mejorar su apariencia para atraer a su esposo. Las relaciones sexuales donde el marido se siente atraído por la mujer garantizan el nacimiento de un hijo varón, mientras que si es la mujer quien siente mayor atracción, es más probable que nazca una niña. Esto se menciona en el Ayurveda. Cuando la pasión femenina es mayor, hay más probabilidad de que nazca una niña, mientras que si la pasión masculina es predominante, la probabilidad aumenta para el nacimiento de un varón. Devahuti deseaba que la pasión de su marido creciera mediante los métodos indicados en el kama-sastra. También le pidió que organizara una casa adecuada, ya que la cabaña donde residía Kardama Muni era muy simple y predominantemente influenciada por la bondad, lo que limitaba la posibilidad de despertar la pasión en su corazón.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Tercer Canto, Capítulo 23 – Texto 11.
La importancia de cantar
En el Segundo Canto, Primer Capítulo, versículo 11, del Srimad-Bhagavatam, Sukadeva Gosvami enseña a Maharaja Pariksit la gran importancia de cantar el maha-mantra Hare Krishna, Hare Krishna, Krishna Krishna, Hare Hare/ Hare Rama, Hare Rama, Rama Rama, Hare Hare. Destaca que quienes se dedican espontáneamente a este canto han alcanzado el más alto grado de perfección. Se especifica que los karmis, que buscan obtener los resultados de sus actividades, los salvacionistas que aspiran a llegar a ser uno con la Suprema Personalidad, y los yoguis que buscan alcanzar perfecciones místicas, pueden todos alcanzar las diversas etapas de perfección simplemente recitando este maha-mantra. Sukadeva utiliza la palabra nirnitam, que significa «ya ha sido decidido». Él era un alma liberada y, por lo tanto, no podía aceptar algo que no fuera concluyente. Por lo tanto, Sukadeva Gosvami hace hincapié en el hecho de que ya se ha llegado a la conclusión de que aquel que ha alcanzado la etapa de cantar el mantra Hare Krishna con determinación y constancia debe considerarse que ya ha superado las pruebas de las actividades materiales fructíferas, la especulación mental y el yoga místico.
La misma afirmación es confirmada por Krishna en el Adi Purana. Dirigiéndose a Arjuna, dice: «Quienquiera que se comprometa a cantar mi nombre trascendental debe considerarse siempre conectado conmigo. Y puedo aseguraros de que para tal devoto es fácil apaciguarme».
En el Padma Purana, también se enseña que «el canto del mantra Hare Krishna sólo está presente en la boca de una persona que ha adorado a Vasudeva durante muchos nacimientos». También se menciona en el Padma Purana que «No hay diferencia entre el santo nombre del Señor y el Señor mismo. Como tal, el santo nombre no es una vibración de sonido material ni tiene ninguna contaminación material. Por lo tanto, el santo nombre no puede ser cantado inofensivamente por alguien que no ha logrado purificar sus sentidos. En otras palabras, los sentidos materialistas no pueden cantar correctamente los santos nombres del maha mantra Hare Krishna. Pero adoptando este proceso de canto, uno tiene la oportunidad de purificarse, de modo que muy pronto puede cantar desinteresadamente.
Caitanya Mahaprabhu abogó por la recitación del mantra Hare Krishna como medio para purificar el corazón. Cuando el corazón está limpio de impurezas, es posible comprender plenamente la importancia del santo nombre. Para aquellos que dudan en llevar a cabo esta limpieza interior y prefieren mantener el statu quo, es imposible alcanzar los beneficios trascendentales de recitar el mantra Hare Krishna. Por lo tanto, es esencial animar a todos a cultivar una actitud de servicio hacia el Señor, ya que esto ayudará a recitar el mantra sin crear ofensa. Por lo tanto, bajo la guía de un maestro espiritual, el discípulo aprende a servir mientras recita el mantra Hare Krishna. Tan pronto como se desarrolla una actitud espontánea de servicio, la naturaleza trascendente de los santos nombres del maha-mantra se vuelve inmediatamente perceptible.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2011), «El Néctar de la Devoción», página 106.



























