Las literaturas védicas también ofrecen guías sobre cómo llevar a cabo una existencia material de manera adecuada.
Estas escrituras no solo están repletas de enseñanza espiritual, sino que también brindan instrucciones sobre cómo conducir una vida material en función del objetivo final de la perfección espiritual. Devahuti, por lo tanto, le preguntó a su esposo cómo prepararse para la vida sexual según las directrices védicas. Esta vida tiene como propósito la procreación de buenos hijos. Las pautas para generar buenos descendientes están detalladas en el kama-sastra, que prescribe los arreglos precisos para una vida sexual digna. Las escrituras especifican todo lo necesario: el tipo de casa y decoraciones que deben existir, el vestuario de la esposa, cómo debe embellecerse con ungüentos, esencias y otros atractivos, entre otros aspectos. Cumpliendo con estos requisitos, el marido se sentirá atraído por la belleza de su esposa, creando así una situación mental favorable. El estado mental en el momento de la vida sexual se transfiere al vientre de la esposa, y de ese embarazo surgirán buenos hijos. Hay una mención particular de las características físicas de Devahuti, quien, al haber adelgazado, temía que su cuerpo no fuera lo suficientemente atractivo para Kardama. Deseaba recibir instrucción sobre cómo mejorar su apariencia para atraer a su esposo. Las relaciones sexuales donde el marido se siente atraído por la mujer garantizan el nacimiento de un hijo varón, mientras que si es la mujer quien siente mayor atracción, es más probable que nazca una niña. Esto se menciona en el Ayurveda. Cuando la pasión femenina es mayor, hay más probabilidad de que nazca una niña, mientras que si la pasión masculina es predominante, la probabilidad aumenta para el nacimiento de un varón. Devahuti deseaba que la pasión de su marido creciera mediante los métodos indicados en el kama-sastra. También le pidió que organizara una casa adecuada, ya que la cabaña donde residía Kardama Muni era muy simple y predominantemente influenciada por la bondad, lo que limitaba la posibilidad de despertar la pasión en su corazón.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Tercer Canto, Capítulo 23 – Texto 11.