¿Qué ocurre con las almas individuales tras el fin del universo?
Cada alma individual permanece inconsciente después del final de su manifestación y entra en el Señor con su energía material. Estas entidades vivientes individuales son almas eternamente condicionadas por el mundo material, pero en cada existencia material tienen la oportunidad de liberarse y convertirse en almas libres. Todos tienen la oportunidad de beneficiarse de la sabiduría Védica y descubrir su relación con el Señor Supremo, cómo alcanzar la liberación y cuál es el beneficio final de esta liberación. Estudiando los Vedas adecuadamente, cada persona toma conciencia de su posición y se dedica al servicio devocional trascendental del Señor, lo que le permite progresar hacia el cielo espiritual. En el mundo material, los individuos se dedican a diferentes actividades según sus deseos pasados insatisfechos. Tras el final de una vida concreta, el alma lo olvida todo, pero el Señor misericordioso que reside en cada ser como testigo, el alma superior, la despierta y le recuerda sus deseos pasados, y comienza a actuar en consecuencia en su próxima vida. Esta guía invisible se describe como destino, y un hombre sensato puede comprender que perpetúa su esclavitud material en los tres modos de influencia de la naturaleza.
La etapa de sueño inconsciente de la entidad viviente que se produce justo después de la disolución parcial o total de la creación es a veces malinterpretada como la fase final de la vida por algunos filósofos menos ilustrados. En realidad, tras la disolución parcial, la del cuerpo material, la entidad viviente permanece inconsciente sólo unos meses, mientras que, tras la disolución total de la creación material, este estado inconsciente puede durar varios millones de años. Sin embargo, cuando surge una nueva creación, la entidad es despertada a su existencia por el Señor. La entidad viviente es eterna, y su estado consciente, se expresa a través de actividades, es su condición natural de vida. No puede dejar de actuar mientras esté despierta, por lo que actúa de acuerdo con sus diversos deseos. Cuando sus deseos se dirigen hacia el servicio trascendental del Señor, su vida se vuelve perfecta y se eleva al cielo espiritual para vivir una existencia eterna y despierta.
Fuente: A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada (edición 2014), «Srimad Bhagavatam», Tercer Canto, Capítulo 06 – Texto 03.